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El lado salvaje marca el regreso de Mónica Lavín al cuento

La escritora aborda la ternura como un escudo que nos hace fuertes y frágiles a la vez

 
Periódico La Jornada
Martes 25 de junio de 2024, p. 4

La escritora Mónica Lavín regresa al cuento en su libro más reciente, El lado salvaje, género que le agrada por su silencio y porque lo no escrito permite atisbar de lo que realmente estamos hablando: de nuestra impotencia y vulnerabilidad, y de la ternura como un escudo de supervivencia que nos hace fuertes y frágiles a la vez.

La narradora dijo en entrevista con La Jornada que entre los 23 relatos del título editado por Tusquets se halla “esta manera en que los personajes encaran lo que los vulnera. La ternura, la nombremos o no, la sentimos y la entendemos. Y la anhelamos.

Lo más difícil quizás es escribir sobre la ternura o lograr que esté en el texto. El amor apasionado es muy evidente, pero la ternura es nuestro asidero más sutil, algo como un capullo que necesita cuidados.

Lavín (Ciudad de México, 1955) apuntó: Tal vez es nuestra parte más dulce y la trayectoria vital te vuelve más duro, más capaz de enfrentar la adversidad, pero, por otro lado, dispara este sentimiento de ternura por lo que hemos sido.

Añadió que en el momento que vive aprecia, escoge o escribe historias como éstas. “‘La vida larga e incierta de Manolita’ es sobre una muñeca que no va a morir, pero es testigo de las vidas que pasan. Su ropa, telas, el cuero, la porcelana de su cara van sufriendo los estragos del tiempo y me provoca ternura su condición de sólo observadora”.

Mónica Lavín cree que ser escritora es ser cuentista, por ello refirió que siente mucha alegría que el volumen dé cuenta de su mirada como tal. “Siempre me interesa lo cotidiano, o sea, no en las anécdotas extraordinarias, sino en eso que nos descoloca pero que está dentro, que ocurre cuando pensamos que todo está bajo control.

El terror o el momento fuera de control tiene que ver con el salto de nuestro instinto o nuestra manera de sobrevivir, o ser capaces de remontar o reaccionar, y nos está pidiendo algo que incluso desconocemos de nosotros. El lector no está viendo historias de otro planeta ni de otra época ni del monstruo externo, sino de lo oscuro de cada uno. Nosotros podemos ser el monstruo.

El relato “‘El deprimido’ pidió cosas de mí en la escritura que me han gustado mucho, porque es como un pacto con lo fantástico, pero en realidad no porque se parece a la vida en tanto somos los que fuimos y los que somos. Me gustó la posibilidad de que lo pequeño siempre resulta en grandes consecuencias”.

La novelista relató que en otro de los cuentos hay un sismo y explora el que somos otros de los que éramos en la inocencia de que la ciudad iba a estar entera siempre y nosotros también. El desmoronamiento de nosotros como reflejo de un desmoronamiento físico que nos revela la impotencia ante ciertos fenómenos y nuestro lado más frágil.