ace casi 20 años el Festival Internacional de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México (memorable FICCO), reveló la importancia del documentalista chino Wang Bing con Al oeste de las vías ( Tie Xi Qu, 2004), impactante radiografía, con nueve horas de duración, de las condiciones de vida de los obreros ferroviarios en una China industrial volcada al espíritu pragmático de un capitalismo de Estado. Diez años después, la Cineteca Nacional presentó, como una selección del Festival Internacional de Cine de la Riviera Maya, otro trabajo estremecedor del realizador chino: Hasta que la locura nos separe ( Feng Ai, 2013), crónica de la vida diaria en el interior de un asilo siquiátrico chino en el que se confundían las vidas de disidentes políticos, parias sociales y delincuentes de fuero común, en una misma estrategia oficial de control y deshumanización programada. Lo que ahora presenta el Festival Internacional de Cine de la UNAM (Ficunam) es el documental Juventud (primavera), de 2023, visión nueva de una clase obrera china, enfocada esta vez en trabajadores de la industria textil, todos muy jóvenes, entre 15 y 25 años, que laboran a destajo en jornadas de hasta 15 horas, mismas que les obligan a transformar en dormitorios improvisados –como una colmena de actividad incesante– a los múltiples talleres de confección concentrados en la pequeña ciudad de Zhili, especializada en ropa infantil, a 150 kilómetros de Shanghái.
Aunque el panorama que ofrece la ciudad laboral de Zhili parece desolador, con sus calles oscuras y macilentas, repletas de escombros y retacería textil, prolongación fiel de las vecindades y barracones en los que se hacinan los trabajadores temporales que también suelen ser vendedores ambulantes, no prevalece en los talleres un ánimo de fatalidad o de derrota existencial. Tampoco se denuncia, de modo sostenido, un esquema particular de explotación. Por el contrario, lo que el documental captura, en su mosaico narrativo, es un espíritu emprendedor y ambicioso en los trabajadores, muy en sintonía con el frenesí de rendimiento y ganancias de sus patrones. Se trata de un arreglo tácito (alojamiento gratuito a cambio de salarios bajos) que se acepta sin mayores reparos y que luego escala a demandas más apremiantes como la posibilidad de una asociación sindical. En el proceso el cineasta describe momentos de intimidad (flirteos románticos, juegos y peleas) y recupera anécdotas significativas relacionadas con situaciones delicadas, como la del aborto al que debe recurrir una trabajadora. Al respecto un compañero comenta con desplante machista: Un aborto es como cuando te muerde un perro, lo muerdes de regreso. Los hombres somos al final los emperadores
. Importante sobre todo la recuperación rápida de la mujer después del legrado para incorporarse de nuevo a la faena.
Wang Bing recurre en el filme a su práctica habitual de seguir a los protagonistas con cámara al hombro, dejándose guiar hasta los lugares que ellos mismos eligen mostrar. No planta únicamente su cámara en un puesto de observación como lo hace, magistralmente y de manera muy objetiva, el estadunidense Frederick Wiseman en sus documentales. El cineasta chino opera un trabajo de inmersión en la intimidad de una colectividad mediante su galería de retratos escogidos y diálogos que expresan con espontaneidad una realidad cotidiana. Todo ello sin juicios de valor y sin un narrador omnisciente. No se trata de la denuncia puntual de una explotación laboral, como en la cinta italiana Gomorra (Matteo Garrone, 2008), sobre la mafia italiana y los trabajadores textiles chinos, sino de la aclimatación aquí de estos últimos a un frío sistema laboral/liberal de alta competitividad en el que el lucro y la ambición se han vuelto, para patrones y obreros, valores atractivos siempre muy compartibles.
Juventud (primavera) forma parte de la programación del Ficunam. Horarios y sedes: ficunam.unam.mx