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La creatividad del mexicano
M

ucho se ha hablado de ese tema que se confirma cuando se visita el Centro de Investigaciones de Diseño Industrial (CIDI) de la Facultad de Arquitectura (FA), en la querida Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Hace unas semanas mencioné en una crónica a la diseñadora Clara Porset, quien fue de las que impulsaron la creación de esa carrera en los años 60 del siglo XX.

A los pocos días recibí una llamada del director de Arquitectura de la UNAM, Juan Ignacio del Cueto Ruiz-Funes, invitándome a una gran celebración, entre otras, por los 55 años de la fundación del CIDI. Por esa razón se develó un mural abstracto que realizó en acero inoxidable el DI Rodrigo Herrera. Hace un interesante contraste con el que se muestra en el gran patio, que realizó José Chávez Morado con mosaicos venecianos en los años 50.

Después vino la megaentrega del CIDI, con la presentación de todos los trabajos que los estudiantes realizaron en el semestre.

Hay una enorme variedad de objetos: muebles, cerámica, objetos (como una licuadora para hacer mojitos), un lavador de arroz, joyería, herramientas, lámparas y mucho más.

Sorprende la originalidad de muchos de ellos y la buena factura, que entendemos cuando visitamos los distintos talleres y conocemos a los maestros. Experimentados y comprometidos, despiertan en los jóvenes la curiosidad y la creatividad.

El centro custodia los archivos, libros y varios muebles de Clara Porset en una luminosa biblioteca que lleva su nombre.

Nos enteramos de que es una carrera con gran demanda; en el último ciclo, el número de aspirantes a ingresar fue de 831. La oferta de lugares disponibles fue de 80, por lo que de cada 10 estudiantes que la demandaron sólo uno ingresó. Un dato que me pareció interesante es que del total de alumnos de primer ingreso, 60 por ciento son mujeres y 40 por ciento son hombres. Cuando estudié derecho en los años 60, nosotras no llegábamos a 20 por ciento y en ingeniería creo que había cinco.

Nos explicaron que el diseñador industrial es el profesional que genera objetos-producto de fabricación industrial. Participa en la definición de los aspectos funcionales, estéticos y productivos del objeto e incrementa su valor.

Para ello requiere llegar con un acervo de conocimientos específicos de álgebra, física general, trigonometría, dibujo, modelado y estética, así como los relacionados con técnicas de investigación documental, redacción, lectura, lógica, sicología, diseño ambiental y expresión gráfica.

Ahí no queda la cosa, ya que también debe contar con sensibilidad artística, habilidad manual, alto nivel creativo y propositivo, actitud de búsqueda y curiosidad, entre otros requerimientos; o sea, que no está fácil.

El CIDI ofrece constantemente cursos especiales de enorme interés como los nanotalleres, en un formato en el que se pueden producir piezas de uso cotidiano con las metodologías de los laboratorios de materiales, coordinados por los académicos especialistas de diseño industrial.

Una sola sesión de ocho horas con las herramientas y maquinaria de los laboratorios puede materializar múltiples objetos: lámparas, portacelulares, moldes para reproducir objetos, un contenedor multiusos y casi lo que se le ocurra. Estos cursos están abiertos para el público en general.

Ya estando en el extraordinario campus principal de la UNAM (Patrimonio de la Humanidad), aprovechamos para visitar en la sede principal de la FA una exposición sobre la obra del arquitecto Abraham Zabludovsky, quien realizó muchas construcciones en la ciudad que ya son emblemáticas, algunas con la colaboración del arquitecto Teodoro González de León, como El Colegio de México, el Auditorio Nacional y el Museo Tamayo. Edificó muchos conjuntos habitacionales y edificios que siguen vigentes en su uso y aspecto, gracias a su gran diseño y a los materiales que utilizó. Su obra es el ejemplo de que la buena arquitectura es atemporal.

Llegó la hora de comer y sugirieron el restaurante Guadiana, en Pedro Luis Ogazón 102, Guadalupe Inn.

Tiene una terraza con bonita vegetación, muy agradable con estos calores. Es comida mexicana en versiones novedosas.

Decidimos compartir entradas para acompañar la cerveza bien fría y acabó siendo la comida completa: el queso guadiana, sobre salsa verde y morita, cubierto con cáscaras de papa; tostaditas de atún fresco con soya y limón; tacos dorados de pato con perejil frito, de cochinita y de lechón.