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Un encuentro a tiempo con Paco
A

yer, sábado 14, tuvimos, gracias a la afabilidad del compañero Paco Ignacio Taibo II, un encuentro esperado desde hace tiempo. Como siempre, sus comentarios y respuestas a las preguntas y observaciones que hicimos posteriores a su plática resultaron –como en muchas otras ocasiones; más bien, siempre– en verdaderas provocaciones.

Leer y releer las obras directas de los autores y, también, a quienes han interpretado el sentir de aquellos personajes de la historia, debe ser una motivación constante para seguir abriendo los libros.

Cuando mencionamos el nombre de Ernesto Guevara de la Serna, no sólo viene a nuestra mente aquel ser admirado y querido por millones en el mundo, también aparecen episodios de nuestras propias vidas, imposibles o casi imposibles de borrar. Eso es El Che.

Conforme avanzó la plática, más vivencias iban apareciendo. Una de ellas es mi experiencia en la entrañable Universidad de Lecumberri. Seis años dedicados de lleno a estudiar todo lo que llegaba a nuestras manos. Allí, disciplinados, haciendo gala de abstracción, estuvimos muchos compañeros y camaradas.

En primer lugar, Víctor Rico Galán, quien, con una increíble paciencia y voluntad, tomó el papel de rector de aquella crujía N convertida en la prisión fecunda, guardando las proporciones, por supuesto, de lo que el comandante Fidel Castro describió en su libro del mismo nombre.

Allí estuvimos, estudiando y escribiendo; preguntando, respondiendo y asimilando lo que nos estaba sucediendo. Nuestra discreta escuelita clandestina, dentro de lo que nombramos Territorio Libre de Lecumberri, dio resultados. Uno de ellos fue que, en verdad, allí éramos libres. O, por lo menos, muchos así lo manifestamos.

Tal grado de libertad no lo soportaron las autoridades de aquella cárcel. Las ine­vitables pláticas con cada grupo de custodios en turno empezaban a dar frutos: los encuentros diarios y conferencias programadas con cada grupo de ellos dieron origen al intento por organizar su sindicato de policías de Lecumberri. Aquella odisea no se concretó, porque les prohibieron ingresar o acercarse a hablar con nosotros.

En castigo, retiraron la vigilancia de nuestro territorio liberado. Tuvimos que asumirla por nuestra cuenta, por lo que organizamos las guardias nocturnas. Sabíamos que llegarían a robar y a destruir nuestra pequeña escuela instalada en una de las celdas de la famosa crujía N.

También fracasaron los espías y provocadores infiltrados. A tal grado, que uno de los custodios disfrazados nos consiguió El Capital (tres tomos). Más tarde, también pudimos conseguir la versión en alemán para comparar y verificar la versión en español.

Durante todo este tiempo, el estudio continuó siendo uno de nuestros propios bálsamos. No fue fácil, sobre todo cuando alguien de nosotros era requerido para revisión de su caso. En realidad, eran oportunidades que la dirección del penal aprovechaba para agredirnos. El más afectado fue, justamente, nuestro camarada Rico Galán.

La provocación del compañero Paco I. Taibo II durante el encuentro de ayer, organizado por el Movimiento Comunista Mexicano, ha sido un llamado a leer y releer aquellos textos que nos formaron y nos siguen formado y que, además, se convirtieron en el mejor arsenal que muchos hemos conseguido.

El periodista, escritor y organizador de nuestro tiempo atrapado por la intolerancia de quienes nos desgobernaron durante aquellos años de pobreza democrática y credibilemia política, estuvo ahí y allí para reconfortarnos, pero, sobre todo, para organizarnos: teníamos que enfrentar la adversidad con una preparación sólida. Así que nos dimos a la tarea de armar nuestro arsenal. Es el momento de recordar el profundo agradecimiento para quienes arriesgaron la integridad por ingresar clandestinamente los materiales que Víctor solicitaba.

Nuestro armamento: los libros de muchos autores, progresistas, neoliberales y casi de todo tipo. Necesitábamos tener claro cuáles eran los estragos económicos generados por esos grupos de pandillas bien organizadas representadas por funcionarios de innegable preparación académica, pero con una profunda carencia de sentimientos positivos hacia su país y su gente. Es decir, con una deficiencia de conciencia política y social, además de cultural, que nadie ha podido negar. Eso es de suma importancia. No sólo quejarse del enemigo, se debe estudiar hasta sus entrañas.

Desde una pared de nuestra celda convertida en escuelita, todos los días, de todos esos años, nos acompañó la mirada directa de El Che. Las dos fotografías tomadas durante una entrevista del periodista Víctor al ex guerrillero y, en ese entonces, miembro del gobierno revolucionario, vigilaron nuestras horas de estudio.

Cuando Víctor fue liberado, no tuvimos la fuerza para despedirnos y, mucho menos, para pedirle que dejara pegadas en la pared aquellas fotos invaluables.

He tomado algunas líneas del trabajo que mi compañera Ruxi Mendieta está por concluir, acerca de mi estancia en el ex palacio negro. Son muchas las anécdotas y, como lo dijo el propio Paco I. Taibo, allí están los libros que no nos dejarán mentir.

Las provocaciones son bienvenidas cuando nos motivan a volver a abrir aquellos libros que tanto nos han dado.

X: @AntonioGershens