De estrategias inteligentes y colectivas
in pan –o su equivalente como alimento fundamental en otros pueblos–, lo humano no habría existido ni su contexto que es la vida social (el lenguaje, las relaciones de producción y consumo, la rehabilitación y mantenimiento de la naturaleza, la defensa del entorno animal y meteorológico, la construcción del hábitat…en fin). En dos palabras, no existiría la humanidad…
Y esto no sólo porque fue la ingesta de glúcidos lentos (trigos, arroz, maíz y tubérculos feculentos) lo que condujo a la evolución de los primates a la construcción de lo humano, sino sobre todo porque, si durante milenios dichos policultivos permitieron la reproducción ampliada de ecosistemas habitables, con alimentos suficientes y renovables, inspiradores de infinidad de culturas y prometedores de círculos ampliados de los procesos de reproducción humana y abastos suficientes y sostenibles, llegamos a un punto de involución humana en el que los comestibles industriales que sustituyen la bendición de los azúcares lentos envilecen y degradan no sólo los cuerpos humanos y sus mentes, las relaciones sociales y la naturaleza misma, incluidos los animales, sino que, entre otras degradaciones innumerables, reducen al ser humano a su propia negación, a la negación de su humanidad…
Pero este no es el sitio para ampliar la discusión hasta donde lo exige su envergadura, en cambio, sí puede ser un punto de partida desde donde asegurar que nos equivocamos de camino al creer que la evolución de una tecnología que primero imitaba al ser humano y después supone superarlo para poder eliminarlo, no es el camino que nuestra 4T quisiera emprender, por muchas razones que no podemos discutir aquí, pero sí podemos pensar y comenzar el debate en muchos círculos y desde distintas perspectivas, hay tiempo para ello.
Pero para lo que ya no hay tiempo es para adentrarnos en discusiones sin emprender la recuperación de los sistemas agrícolas que dieron viabilidad a las culturas ancestrales de Mesoamérica enajenándonos por las vías del pensamiento colonial (de cuyo peligro tanto nos previno el grande Enrique Dussel). Es el tiempo de pensar cómo nos reclutamos para la construcción del piso superior de la 4T y, por lo mismo, es el tiempo de exigir un espacio para plantearlo, discutirlo y enrolarnos en su ejecución.
Nuestro gran dirigente Andrés Manuel López Obrador preparó la tierra para sembrar iniciativas ambiciosas como ésta, que no es mía, sino de millones de mexicanas y mexicanos atados ceremoniosa y amorosamente al campo y a la tradición alimentaria sana para el cuerpo, deliciosa para los sentidos y beneficiosa para el alma. No nos decepcionemos a nosotros mismos por una inercia que no nos merecemos ni merece el momento histórico de nuestra tierra, que es la de nuestros ancestros. Actuemos desde ya.
Y agradezcamos al Presidente que puso la plataforma necesaria para que nuestras iniciativas no sean reprimidas, falseadas, manipuladas y ensuciadas. Cuidar la propia militancia es cuidar al Partido con el que nos identificamos y, en última instancia, cuidar a nuestros conciudadanos y nuestro pueblo originario.