Opinión
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¡Viva la lucha revolucionaria y su vía pacífica!
L

os múltiples acontecimientos que nos sorprenden cada día son la muestra de una vida política y social dinámica, hoy la vivimos, como pocas veces en la historia de México y del mundo.

Es difícil decidir cuál es el tema prioritario. Analizando la trascendencia de cada evento, por supuesto que destacan aquellos donde la vida de seres humanos está en peligro. Desde la gente que expone su integridad física por contender para un cargo dentro del Poder Legislativo, por ejemplo, hasta las inadmisibles y nefastas acciones criminales de B. Netanyahu.

Pero, también en otros ámbitos, es difícil omitir problemas tan añejos como los que enfrentan los sindicatos en diversos rubros, por ejemplo: los plantones de la CNTE, la situación que ahora experimentan los compañeros del Sutin o las agresiones cotidianas en diversas secciones del sindicato petrolero.

Las opiniones surgen, después de décadas, prácticamente en forma automática y casi sin la necesidad de ir al fondo del asunto, cuando observamos que, sexenio tras sexenio, los partidos al servicio de las patronales se comportan de la misma forma. Es decir, hacen lo que sus millonarios dueños les dicen que tienen que hacer, desde hace siglos.

El presente sexenio no ha sido la excepción. El ataque al presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido brutal. Se le ha hostigado, denostado, han intentado cercarlo, incluso desaparecerlo, igual como lo han hecho en contra de los líderes sindicales progresistas. Así han funcionado, y hasta que éstos no se democraticen por completo, no podrán liberarse para siempre.

Espero nos equivoquemos y empecemos a observar el resurgimiento de aquellos sindicatos fuertes, firmes en su ideología, en los motivos y objetivos que les han convocado históricamente.

Cuando vemos cómo se repiten conductas sociales y acciones políticas en toda la población que, durante años, han mantenido a las oligarquías en el poder, nuestra opinión puede ser planteada, prácticamente, antes de conocer el desenlace del conflicto.

Ya conocemos sus métodos, cómo logran el poder sobre la clase trabajadora, sobre la burocracia, incluso sobre la propia Iglesia: dinero de por medio. No sólo entre los adversarios, sino entre la propia clase de origen.

Para eso les ha servido la enorme riqueza que ostentan. Sin dinero, el resultado del nefasto proceder de los poderosos sería pírrico.

En este punto, cuando la base del presente sexenio se mantuvo en la austeridad republicana, la poderosa oligarquía arreció sus ataques criminales en contra de todo lo que tuviera que ver con el gobierno, con los sindicatos, con los programas diseñados para la nación, etcétera.

Pero ya estamos un paso más hacia adelante. Ya triunfamos, pero no hemos vencido al monstruo de las mil cabezas, aún.

Reiteramos: uno de los bastiones de esta lucha sin tregua, contra las injusticias laborales, contra los abusos de los patrones bien vestidos, son los sindicatos.

Agradecemos su decisión para continuar en las trincheras de combate. Agradecemos su voluntad de no rendirse por nada del mundo. En el próximo sexenio, nos consolidaremos como el brazo de lucha política del gobierno del segundo piso de la 4T.

Por otro lado, es doloroso ver cómo destruyeron el baluarte que un día nos reunió a millones y por el cual centenares de compañeros y compañeras dieron su vida por seguir buscando la liberación de nuestro país. Esa fortificación se llamó Partido de la Revolución Democrática.

El PRD fue destruido por un grupúsculo de irresponsables, ególatras y voraces que no entendieron –y, hasta la fecha, tampoco lo han entendido– la trascendencia que tuvo ese partido. Sus criminales tendrán que rendir cuentas ante la sociedad y ante los millones que un día llenamos el Zócalo-Tenochti­tlan; que un día enarboló lo mejor de las propuestas sociales, culturales, ambientales y políticas que nos heredaron generaciones anteriores de combatientes militantes. Fue un vehículo político digno de los mejores momentos revolucionarios de nuestra sociedad. Reafirmamos; tendrán que rendir cuentas.

Señores y señoras oligarcas, creemos que no les han quedado ganas de volver a tirar su dinero financiando campañas destructivas, promoviendo líderes de pacotilla, partidistas simulados, sindicalistas pagados y simuladores de todo tipo.

Pregunta: ¿tienen un plan C para continuar en el Poder Judicial y en el Legislativo? Esperamos que no.

La población (millones) estamos disfrutando de una nueva oportunidad para el país. Así fue en 2018. Vamos liberándonos, sin tener que tomar las armas.

La ciencia política sí es un arma poderosa, y no cuesta vidas.

@AntonioGershens