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En su muestra Un retrato del tiempo, Jorge Obregón une arte, ciencia y tradición
 
Periódico La Jornada
Viernes 7 de junio de 2024, p. 6

Arte, ciencia y tradición convergen en Jorge Obregón: Un retrato del tiempo, que, más que una exposición pictórica, es una experiencia multisensorial, según su curador, Víctor Mantilla.

Abierta hasta el 6 de enero de 2025 en el Museo Kaluz (avenida Hidalgo 85, Centro), está integrada por 73 paisajes del pintor Jorge Obregón, un video, una instalación sonora de Jorge Solís Arenazas, dispositivos provenientes del Museo del Perfume, una maqueta multimedia y ejemplares de plantas y flores endémicas del valle de México, de la colección del Herbario Nacional del Instituto de Biología de la UNAM.

También se exhibe la Estela del Nevado de Toluca, pieza prehispánica fechada alrededor del año 700 de nuestra era, con tecnología calendárica que marcaba el lugar de amaneceres simbólicos y permitía contar los días del año.

Es una muestra en la que la poética del arte, en específico la pintura, colinda con la arqueología, la astronomía, la etnología y la antropología, así como la tradición ancestral de los pueblos mexicanos, para dar cuenta del paso y la materialización del tiempo.

Tiene como origen el proyecto La luz en el calendario agrícola, a partir del cual Obregón dedicó tres años (de 2021 a 2023) a captar diversos paisajes del centro de México, a una hora determinada del día, desde diversas perspectivas: adoratorios prehispánicos, miradores, avionetas y tierras cultivadas.

La idea de ese proyecto fue recopilar y rescatar el conocimiento ancestral de cómo se medía el paso del tiempo a partir de la posición del sol al amanecer en el horizonte desde adoratorios prehispánicos tallados con petrograbados, explicó el pintor, quien para esta propuesta recibió el apoyo del arqueoastrónomo Arturo Montero.

Esta tradición agrícola, de una gran erudición, se mantiene todavía en algunos lugares. Con la investigación que hice con arqueólogos, cronistas, graniceros (personas que según la tradición popular tienen el don de manipular el tiempo atmosférico) y campesinos, fui ubicando cada uno de estos sitios y las fechas importantes.

El artista –nacido en la capital del país en 1972 y quien define su trabajo como pintura naturalista realista– precisó que con sus paisajes hace un recorrido espacio-tiempo que tiene como punto de partida el 12 de febrero, cuando empiezan los 260 días del calendario agrícola prehispánico, y se extiende hasta el solsticio de invierno, cuando muere y renace el sol, entre el 21 y el 25 de diciembre.

Los paisajes marcan el paso del tiempo mostrando la posición de los astros en el horizonte, así como las plantas y los cultivos que, al fructificar, relatan un ciclo. Durante este tiempo conviven sin fronteras la naturaleza y la cultura, el calendario de los pueblos antiguos con el de los presentes, el campo y la ciudad.

En las obras de Obregón se advierte también el sincretismo entre lo católico y lo prehispánico. Según Víctor Mantilla, el planteamiento del artista en esta serie de paisajes lleva a la idea de que el tiempo, contrario a lo que se piensa, no es abstracto, sino una cuestión material.

Es algo que se da en la materia, las plantas, el movimiento de los astros, el paisaje, la forma en que el horizonte, los volcanes y las montañas dan punto de referencia para entender el movimiento astronómico, y cómo esto ha sido fundamental para los pobladores de todo el planeta, en el sentido de que somos pueblos agrícolas y de ahí obtenemos nuestro alimento.