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Llevan a su estadio la orejona

Euforia y alegría tiñen de blanco la capital española

Más de 2.5 millones de personas celebran el triunfo del Real Madrid en la Liga de Campeones

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▲ En la imagen, miles de aficionados arroparon a los jugadores en su trayecto al estadio Santiago Bernabéu.Foto Afp
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▲ El equipo merengue provocó una respuesta multitudinaria durante su recorrido por las emblemáticas avenidas de la capital española.Foto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 3 de junio de 2024, p. a12

Madrid. Madrid se tiñó ayer de blanco. Más de 2 millones 500 mil personas salieron ayer a las calles de la capital española para celebrar el triunfo del Real Madrid en la final de la Liga de Campeones, el sábado en Wembley, con la que creció aún más su leyenda en esta prestigiosa competencia futbolística y ensanchó su ventaja con el resto.

El equipo merengue cuenta ya con 15 copas de Europa; le siguen, de lejos, el Milán, con siete, y el Liverpool y el Bayern de Múnich, con seis cada uno.

Cuando el sábado por la noche, alrededor de las 11, el árbitro dio el silbatazo que decretaba el final del partido, el júbilo y la euforia se desató en Madrid. El hecho de que haya ganado este mismo torneo en hasta seis ocasiones en tan sólo 10 años no le restó magia ni excitación a la celebración. En las calles se escuchaban sin cesar los cláxones de los coches o se veía a grupos de aficionadas entonando cánticos espontáneos. Y así durante toda la noche, a la espera además de la gran celebración de ayer.

La escuadra, liderada por su capitán Nacho, su entrenador Carlo Ancelotti y el presidente del club, el empresario Florentino Pérez, aterrizaron en Madrid y bajaron del avión alzando la copa de la Champions, que llaman popularmente la Orejona, por su forma. Después comenzaron los actos oficiales.

Orgullo deportivo

Primero asistieron a una misa a la Catedral de Santa María la Real de la Almudena, donde, siguiendo la tradición del equipo, ofrecieron la copa a la Virgen y escucharon una misa dictada por el arzobispo de Madrid.

Después, el equipo subió a dos autobuses cerrados –uno para los directivos y patrocinadores y otro para los futbolistas y entrenadores– para dirigirse a la comunidad de Madrid, donde fueron recibidos por la presidenta Isabel Díaz Ayuso.

En un tercer evento del programa de celebración, se dirigieron al ayuntamiento de Madrid; curiosamente en este trayecto pasaron a un costado de la embajada de México en Madrid, que era a su vez donde se estaba celebrando la votación para las elecciones presidenciales de nuestro país. Centenares de mexicanos se unieron así de forma espontánea a las celebraciones.

Después de ser recibidos por el alcalde José Luis Martínez Almeida, aficionado acérrimo del gran rival en la ciudad, el Atlético de Madrid, y con el que hicieron algunas bromas sobre el asunto, el equipo se dirigió entonces a uno de sus templos simbólicos: la glorieta de la Cibeles.

En pleno centro de la ciudad y custodiada por tres grandes calles: Paseo del Prado, Alcalá y Gran Vía, los jugadores se dieron el primer baño de masas.

Había decenas de miles de personas –más de 2 millones 500 mil personas, según la policía española–, quienes cantaban sin parar sus himnos habituales: Hala, Madrid y nada más, Cómo no te voy a querer y Somos los reyes de Europa.

Se deben a la afición

Después los jugadores fueron hablando uno a uno. El primero en tomar la palabra fue el capitán, Nacho, quien fue además el responsable de llevar la copa ante la diosa Cibeles. Y ahí agradeció a la afición su apoyo durante la temporada y su fuerza para conseguir esta nueva gesta deportiva.

Uno de los momentos más esperados fue cuando tomó la palabra el mediocampista alemán Toni Kroos, quien había anunciado que ésta sería su última temporada como futbolista, que se retiraba y prefería hacerlo en la cúspide de su carrera y sin la pretensión de ir a jugar a otras ligas de menos entidad, como las árabes o la estadunidense. De ahí que la afición le cantara Kroos, quédate sin parar.

El jugador alemán confirmó su adiós y pidió que le cedieran su número, el ocho, al uruguayo Fede Valverde. Los más alegres y espontáneos fueron Vinicius Junior, Antonio Rudiger, Eduardo Camavinga y Aurelien Tchouameni, quienes bailaban y cantaban sin parar.

Una vez concluida la celebración en la Cibeles, el equipo se trasladó al estadio Santiago Bernabéu, donde había más de 80 mil aficionados, que asistieron junto con sus campeones a un impresionante espectáculo de luces y sonidos, que sirvió de preámbulo para recibir de nuevo a los capitanes portando en manos a la Orejona, que a partir de ayer ya dormirá de manera permanente en la sala de trofeos del estadio, junto con las otras 14 copas que lo han convertido en el equipo más legendario y con mayor palmarés de Europa.