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Sonideros en el Cenart, continúa el ciclo Con la música en las venas

JJB El Indomable con su mezcla musical puso a bailar a la concurrencia con salsa, cumbia, norteño y rock urbano

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▲ Aspectos de la fiesta del miércoles por la noche, en el recinto artístico.Foto de Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Viernes 31 de mayo de 2024, p. 8

¡Que suene!, ¡que suene! Puro Cenart, arengó Juan José Briseño mientras con su JJB El Indomable Sonido Marysol arrebató con su mezcla musical a los asistentes al Centro Nacional de las Artes (Cenart) el atardecer de este miércoles.

El sonido puso a bailar a toda la concurrencia de la Plaza de las Artes con ritmos como salsa, cumbia, norteño y rock urbano en su presentación en el ciclo Con la música en las venas, que por tercera vez tuvo lugar en el recinto capitalino.

En las ediciones anteriores se presentaron Ely Fania, La princesa de la salsa y el sabor, ante unas cuatro mil personas, y luego Sonido Retro de Iztapalapa casi igualó esa cifra. Este 29 de mayo, la amenaza de lluvia y el cierre de la campaña federal en el Zócalo parecieron impactar en la cantidad de concurrentes.

Aquí se baila de todo

Las canciones impresas en la memoria colectiva volvieron a producir el goce en un público mayoritariamente joven, pero en el que no faltaron los niños ni las personas de la tercera edad para raspar la suela de sus tenis, botas, sandalias, zapatos formales y zapatillas, en una manifestación diversa del amor al baile y su ambiente propicio.

Aquí se baila todo. Quiero ver a los grandes bailadores, dijo al micrófono Briseño. En respuesta, el creciente público se posesionaba del espacio disponible mientras mostraba sus mejores pasos y la música reverberaba en los muros del centro artístico.

Hay, claro, distintos niveles y experiencias. Al frente del escenario varias parejas asombran con su cadencia y precisión, muestran el placer que viven con sus sonrisas amplias mientras ejecutan sus pasos; un poco en la orilla una pareja binacional disfruta el baile mientras él trastabilla en ocasiones y mueve los pies como puede; más lejos un joven padre introduce a su pequeño en el ambiente sonidero y un par de pachucos maravillan con su atavío y sobrada solvencia.

El Indomable Sonido Marysol surgió en 1979 en Azcapotzalco, cuando el joven Briseño compró un pequeño sonido que consistía en un aparato Radson 35HF, dos cornetas, un baflecito de dos bocinas y un micrófono.

El fundador de ese sonido se separa de la ambientación para hablar con La Jornada sobre sus 44 años en el sonidero, así como de su orgullo por llegar al Cenart y porque esa manifestación musical haya sido declarada patrimonio cultural inmaterial de la Ciudad de México.

Briseño contó que desde sus inicios han cambiado muchas cosas, “ahora ya no son sonideros sino producciones inmensas, muchas luces, pantallas… Hoy ha cambiado tanto la historia. En un ratito no podría describir todo lo que ha habido a través de 40-50 años.

Refirió que mucha gente que hoy viene aquí no conocía los sonidos y se congratuló de acceder al recinto. Un servidor y el señor Víctor Pérez de Amistad Caracas fuimos los que iniciamos la iniciativa de ley por eso estamos en estos lugares que jamás pensamos pisar”.

Sobrevivencia de la cultura

e emociona cuando dice que no ve problema en la sobrevivencia de la cultura sonidera pues la música tropical abarca el género principalmente en México, Colombia, Puerto Rico, Venezuela y Nueva York, Estados Unidos; todo el mundo la baila. Puedes ver el ambiente que está ahorita a todo lo que da. Regresa al micrófono para contar que fue entrevistado por este diario y mandarle un saludo a La Jornada.

La pareja de Beatriz y Alejandro contó a este diario que es la primera vez que ella viene a un evento sonidero aunque es de la Pensil, en el que domina. Se dijo contenta con la forma de bailar que ocurrió este miércoles y reconoció la importancia de darle espacios a formas más allá de la música clásica. Él cuenta que hace décadas asiste y siempre había querido traer a su pareja y en el Cenart es muy seguro. Ambos se ven felices.

El resto de la presentación ocurre en un ambiente propicio. A las piezas de música tropical suceden canciones de El Haragán y Compañía, Los Temerarios y Caballo Dorado, que se convierte en un punto alto de la noche con personas sincronizadas en el baile de No rompas más y Payaso de rodeo. El goce, el ambiente y cierta camaradería mientras ejecutan sus mejores pasos. El suelo vibra.

Es una noche inolvidable, sintetizó Juan José Brieño ante la multitud, tras más de dos horas de música y ambiente. Así culminó la fiesta en el Cenart.