l pasado 21 de abril en la ciudad de Motozintla, Chiapas, fue interceptada la candidata de Morena Claudia Sheinbaum por encapuchados que, al detener su caravana de campaña, le hicieron la extraña petición de que limpiara el tramo de Frontera Comalapa, en poder de sus enemigos. A su vez, Motozintla, con 17 mil 500 habitantes, es la cabecera del municipio del mismo nombre, ubicada en la sierra chiapaneca. La candidata hizo notar que le había parecido extraño que los únicos reporteros apersonados durante su momentánea interceptación fueran de Latinus, la plataforma de Loret de Mola.
Pienso que seguramente lo dijo porque parecía como si ellos mismos hubieran estado al acecho, esperando el acontecimiento, lo cual en un primer momento hizo declarar al Presidente que se trataba de un montaje. Traigo a colación este hecho porque anteriormente la Sedena había anunciado un plan para cuidar de los candidatos que lo requirieran. Algunos así lo solicitaron, entre ellos Xóchitl Gálvez y Sheinbaum. Sin embargo, no parece que Sedena haya rendido un informe público sobre el acontecimiento de Motozintla, pero al ser quien opera la seguridad para candidatos le otorga una responsabilidad adicional a las que le impone la Constitución.
De cualquier forma es importante preguntar si acaso el referido plan de seguridad tiene la capacidad de anticipar los movimientos de grupos sospechosos donde los candidatos realizarán actividades. Porque a fin de cuentas sí hay una campaña negra de millones de pesos contra los candidatos de la 4T y contra el Presidente, lo que eventualmente alentaría a los fanáticos de derecha para intentar actos más agresivos. Los días venideros resultan cruciales para los comicios, porque a pesar de toda la infamia que transmiten los medios de difusión oligarcas, la puntera en las encuestas se mantiene firme en el liderato. Pero otros asuntos pendientes también preocupan a los ciudadanos a favor de la democracia: la derecha no ha abandonado la idea de arrebatar a la mala esta elección. Desde ya hay denuncias de que intentan comprar votos y, si eso no les resulta, intentarían nulificar las elecciones utilizando las vías jurídicas, donde abundan sus partidarios. Por eso el reto de Morena y su coalición también consiste en reforzar su cuerpo de abogados con bufetes especializados en materia electoral, que por supuesto cobran.
Este asunto resulta complicado porque, a pesar del relevo de la presidencia en el INE, los consejeros leales a la anterior administración siguen activándose en favor de la causa opositora. Como lo atestiguan representantes de la coalición de Morena, el INE se ha cargado a favor de los candidatos de la derecha y su peso puede agravar los problemas durante la celebración de los comicios, sobre todo cuando, sotto voce, circula la idea de anular 25 por ciento de las casillas, con lo cual echarían abajo la elección. Otro reto crucial para Morena consiste en lograr las dos terceras partes de legisladores –diputados y senadores– con la finalidad de aprobar reformas sobre puntos cruciales de la vida social de México. Pero el reto central que abarca los anteriores consiste en sacar a votar a los militantes y a los simpatizantes de Morena el domingo 2 de junio. Con eso les bastaría y sobraría para obtener la victoria. Ninguno de estos retos es insuperable, sólo importa afrontarlos con la gente, la metodología y las tácticas adecuadas. La gran ventaja es la campaña de Sheinbaum, quien por méritos propios ha logrado posicionarse ante millones de mexicanos que simpatizan con ella, y que han decidido caminar a su lado el próximo sexenio. Tampoco esto se le ha dado por simple simpatía. Claudia es uno de los cuadros profesionales más acabados que ha formado el pensamiento más avanzado de la UNAM. Como estudiante colocada siempre del lado correcto de las causas más sentidas de los universitarios, como mujer de ciencia formándose en el arduo trabajo de la investigación y la docencia; como mujer, atendiendo las necesidades de formación de sus hijos. Como política en el sexenio de la 4T le tocó ni más ni menos lidiar con los problemas de una de las ciudades más grandes del mundo, y la misma gente que gobernó la aprueba pese a las maledicencias que los medios y Gálvez le recetan diariamente.
Ni en el remoto caso de un error o traspié grande de la morenista podría afectar su triunfo al que la lleva la mayoría de los electores. Arturo Cano no se equivocó al seleccionar el título de su libro Claudia presidenta, definiéndola como la próxima mandataria, capaz de mostrar su propia historia a través de entrevistas que el escritor especializado en materia política le formuló para presentarla a fin de cuentas con todas las aristas que un personaje de esta naturaleza posee.
* Profesor investigador de El Colegio de Sonora