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Migrantes cuentan periplo a periodistas

Quedó corta para saltar el muro la escalera que cargaron por el Bravo

La valla en McAllen mide 9 metros y tiene estrictos sistemas de vigilancia

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▲ La escalera de tres metros que compraron en 40 dólares en Reynosa, Tamaulipas, no les sirvió a tres mexicanos, un salvadoreño y un hondureño.Foto Arturo Sánchez
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Periódico La Jornada
Sábado 11 de mayo de 2024, p. 4

McAllen. Llevando a cuestas una escalera de madera que compraron en 40 dólares en Reynosa, Tamaulipas, tres mexicanos, un salvadoreño y un hondureño cruzaron el río Bravo el 2 de mayo.

Con la escalera de unos tres metros de altura pretendían sortear el muro cerca de McAllen, pero éste mide cerca de nueve y está vigilado por agentes, perros entrenados, cámaras y dispositivos que detectan el movimiento y el calor, entre otros sistemas de seguridad.

Vine por aquí porque no conozco otro lado; es la primera vez que lo intento, dijo José Trinidad Reyes, originario de Honduras. Capturado al amanecer por la Patrulla Fronteriza junto con el resto del grupo, el centroamericano contó a periodistas que atestiguaron su detención que salió de su país porque fue víctima de extorsión, le tomó cuatro semanas cruzar México, llegó hasta Texas sin coyotes y quería pedir asilo en Estados Unidos, pero que no contaba con documentos para respaldar su solicitud de protección.

Un año después del fin del Título 42, política migratoria que el gobierno estadunidense aplicó durante tres años, hasta el 11 de mayo de 2023, que derivó en más de 2.8 millones de expulsiones, los migrantes que logran cruzar la frontera optan principalmente por dos alternativas: solicitar asilo o evadir a las autoridades.

Ahora, quienes entran por el sur del país vecino son procesados bajo el Título 8, vigente desde hace décadas, el cual supone severas consecuencias por pasar la frontera de manera irregular. Quienes lo hacen sin solicitar asilo son expulsados de forma expedita bajo las normas del Título 8, están sujetos a una prohibición de admisión a Estados Unidos de al menos cinco años y pueden enfrentar un proceso penal por cualquier intento posterior de cruzar sin documentos.

Entre quienes buscan asilo para quedarse en suelo estadunidense, muchos atraviesan la línea limítrofe de manera irregular, ya sea solos, como José Trinidad, o guiados por un coyote, y tras saltar el muro, caminar por el desierto o cruzar el río Bravo, buscan entregarse lo más pronto posible a la Patrulla Fronteriza. En algunas zonas del desierto de Arizona, por ejemplo, hay incluso horarios fijos en los que las autoridades recogen migrantes en puntos determinados.

Otros pasan a Estados Unidos con documentos y llegan con o sin una cita a uno de los ocho puertos de entrada de la frontera, donde las autoridades les toman sus datos biométricos y los procesan como solicitantes de refugio para que un juez migratorio evalúe su caso en una audiencia que, debido a la saturación del sistema de asilo, puede demorar dos o tres años en realizarse.

Decenas de miles más tratan de pasar sin ser detectados por los agentes y los sistemas de vigilancia que las autoridades federales y estatales han desplegado para intentar contener los cruces: compran ropa de camuflaje en México para ocultarse entre matorrales o usan pantuflas que les venden los traficantes, como parte de un kit de viaje para caminar sin dejar huellas que los delaten.

No me siento mal por haber sido capturado, porque no he hecho nada malo y he escuchado que no es delito migrar para otro país, dijo José Trinidad antes de ser subido junto con sus compañeros a un vehículo oficial.

En otro punto, Gustavo Soto, supervisor de la Patrulla Fronteriza en Arizona, resumió la postura del gobierno sobre el derecho a migrar. Sí, es un derecho, pero siempre que se haga de forma regular.

En una reunión en la sede de la corporación en Tucson, celebrada en el contexto de un viaje por la frontera sur estadunidense, en el que participó este diario a invitación de InquireFirst, organización de periodismo sin fines de lucro con sede en California, y del Departamento de Estado, el agente Soto explicó que el flujo migratorio ha cambiado muy drásticamente de junio pasado a mayo de 2024.

Tras las grandes oleadas de indocumentados que se registraron en 2023, antes y después del fin del Título 42, el movimiento migratorio sube y baja día con día. Todo depende del número de personas que la delincuencia organizada quiera pasar. Hemos visto grupos de 500 o mil que quieren cruzar de golpe, y en otro momento, sólo es una, dijo.

Al despedirse de los periodistas, José Trinidad compartió la incertidumbre que tenía sobre su futuro, pero afirmó que salió de Honduras decidido a quedarse en Estados Unidos. Desde que uno sale de su casa, va resuelto a cualquier cosa, a que lo maten incluso.