Brasilia. La economía de Brasil, la mayor de América Latina, cerró el tercer trimestre en terreno negativo, mostraron ayer datos del Banco Central, al revertir un comportamiento que había sido sorprendentemente positivo debido al auge del sector agrícola.

El IBC-Br, un indicador clave del producto interno bruto (PIB), registró un descenso desestacionalizado de 0.64 por ciento en el tercer trimestre, después de disminuir 0.06 por ciento respecto a agosto y contrario a la expansión mensual de 0.2 por ciento prevista por los economistas encuestados por Reuters.

En términos no desestacionalizados, el IBC-Br creció 0.32 por ciento sobre septiembre de 2022 y se expandió 2.5 por ciento en 12 meses.

El ministro de Hacienda, Fernando Haddad, ya había advertido sobre un tercer trimestre muy pobre, al considerar los altos costos de endeudamiento y la caída de los precios de las materias primas en comparación con el mismo periodo del año pasado, factores que impactaron en el desempeño de las empresas y, en consecuencia, en los ingresos fiscales.

La más reciente previsión del Ministerio de Hacienda es un crecimiento del PIB de 3.2 por ciento para este año, pero los economistas privados encuestados semanalmente por el Banco Central proyectan una expansión 2.89.

La mayor economía de América Latina ha prosperado este año gracias a la fortaleza de la agroindustria y las industrias extractivas. También se ha visto respaldada por las medidas aplicadas por el gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva para aumentar la renta disponible de los hogares, que estimula la demanda interna.

Lula presiona a Petrobras

El presidente Lula da Silva presionó al director de la petrolera estatal Petrobras, Jean Paul Prates, para modificar el plan de inversiones de la empresa en el periodo 2024-2028 para priorizar la creación de empleo local, dijeron cinco fuentes a Reuters.

En una reunión celebrada el 9 de noviembre en Brasilia, Prates presentó a Lula un borrador del plan de inversiones, dijeron las fuentes y agregaron que Lula se quejó de la falta de inversiones previstas por Petrobras en la industria naval brasileña, un sector que siempre ha estado cerca de él y que espera revitalizar.