Habitualmente cuando se habla de una planta medicinal esta mención no está ligada a una sola especie vegetal, por ejemplo, si pensamos en el poleo, ¿estaremos hablando de esa hierba que nos daba la abuela cuando nos dolía la panza? ¿Será la misma planta con la que se hacen ramos en bodas oaxaqueñas y se hace el baile del poleo? ¿Es igual a la que viene empaquetada en el supermercado y comercializada bajo dicho nombre? Y, sobre todo, ¿qué planta me venderán en el tianguis si pido poleo? Seguramente en cada uno de los casos anteriores se va a tratar de una especie vegetal distinta, pero todas ellas comparten una característica común: ¡huelen a poleo! Ese olor mentolado es el distintivo que las une, y así es como en etnobotánica definimos un complejo etnobotánico. Un conjunto de plantas de especies, géneros o hasta familias botánicas distintas, que comparten un mismo nombre común, uso popular y tienen características organolépticas que las relacionan. Así, podemos pensar en un sinnúmero de ejemplos de complejos etnobotánicos en México: las árnicas, los oréganos, las prodigiosas, los toronjiles y claro, las hierbas anís.
El complejo hierba anís está integrado por plantas nativas y extranjeras cuya característica principal es el aroma anisado: Artemisia dracunculus, Illicium verum y Pimpinella anisum de origen euroasíatico; y las especies mexicanas: Tagetes filifolia, Tagetes lucida y Tagetes micrantha. En el caso de nuestros Tagetes, estos se preparan comúnmente en infusión para tratar padecimientos gastrointestinales, aunque no menos común es su uso en enfermedades respiratorias e incluso para tratar los nervios, ya que son un relajante por excelencia. Además, no es raro encontrar a estas plantas dándole ese toque anisado a distintos platillos y bebidas, por lo que la diversidad de usos se atomiza y expresa la importancia cultural de estos recursos vegetales. Tales usos son parte del conocimiento tradicional producido por la transmisión de saberes colectivos dentro de las comunidades indígenas.
Reflejo de lo anterior son las menciones históricas que podemos encontrar hacia una de las especies del complejo: Tagetes lucida, también conocido bajo el nombre de pericón, y del que se habla más a profundidad en otro artículo de este suplemento. Vale la pena recalcar que ya era importante desde épocas prehispánicas y que durante la Colonia le valió menciones en diversos textos históricos que van desde el códice de la Cruz-Badiano hasta el Florentino y que su uso en ceremonias religiosas, cargadas de sincretismo cultural, perdura hasta nuestros días.
La importancia de los Tagetes del complejo hierba anís no se limita a las cuestiones históricas y bioculturales, sino que también han sido objeto de diversas investigaciones científicas; es así es que hoy en día conocemos, de forma muy detallada, su composición química, donde los compuestos aromáticos conocidos como anetol y estragol son los que le confieren su característico olor. O estudios farmacológicos, a nivel preclínico, que han demostrado que esa sensación de bienestar después de tomar una infusión de hierba anís, es el resultado del aumento de la síntesis de serotonina y su correspondiente efecto antidepresivo.
Es más, pareciera que las incomprensibles fuerzas que moldean la evolución se conjugaron para dar origen al género Tagetes, pues en nuestro país coexisten 26 especies distintas, más de la mitad endémicas, y muchas de ellas de gran importancia biocultural por sus característicos aromas, y para muestra de ello: el cempasúchil, Tagetes erecta, que no podría representar un olor más mexicano que el de la celebración de Día de Muertos.
Volviendo a sus hermanos del complejo hierba anís, a su prometedora actividad antidepresiva y a una de las preguntas iniciales de esta historia: ¿qué planta nos van a vender si voy al tianguis y pido, en este caso, hierba anís? Habría que hablar de la importancia de lograr identificar inequívocamente a las especies que se comercializan con fines medicinales en nuestro país, y es aquí donde entra en escena el control de calidad del material vegetal y el poder resolver este asunto utilizando marcadores moleculares. Es así, que en el Jardín Botánico del Instituto de Biología de la UNAM se concluyó que, a partir de una pequeña muestra de hoja, utilizando en conjunto el marcador molecular de cloroplasto rpl32-trnL y el nuclear ITS2 se puede diferenciar a Tagetes filifolia, Tagetes lucida y Tagetes micrantha, sin importar su origen geográfico, estado de desarrollo o sitio de compra de la muestra, siempre que podamos aislar su ADN.
Esta información pretende ser incluida en la siguiente edición de la Farmacopea Herbolaria de los Estados Unidos Mexicanos, máximo documento regulador en materia de medicina tradicional y que contiene la información del material vegetal que se comercializa con fines terapéuticos, y que es la base de los remedios y medicamentos herbolarios que esperamos ver cada vez más en el mercado nacional.
Así que, la próxima vez que prepares un té de hierba anís y percibas sus aires anisados, recuerda que detrás de ese aroma hay siglos de historia y cultura relacionados a un género de plantas sumamente diverso en nuestro país. •