La flor de cocosa es una pequeña flor silvestre de 5 pétalos, de color amarillo y aromática; en el mes de octubre adorna parte de las chinampas en Tláhuac y colorea las faldas de la sierra de Santa Catarina. El colectivo familiar la Milpa del Abuelo, recolecta como una práctica familiar anual la aromática flor, que en pequeños racimos vende a las afueras del mercado de San Francisco Tlaltenco en la alcaldía de Tláhuac. La comunidad los compra para adornar junto con el cempasuchitl las ofrendas y las tumbas de los difuntos en las celebraciones de día de muertos.
Pese a los estragos de la urbanización acelerada en el campo y a las aspiraciones de su población, es un ciclo que sigue cumpliéndose, como la bendición de las semillas que algunos chinamperos llevan a la iglesia de San Pedro Tláhuac para dar inicio al nuevo ciclo de la siembra del maíz. Las aglomeraciones de crisis socioambientales invisibilizan cada vez más las pequeñas economías campesinas que resisten con sus espantapájaros frente a los nuevos asentamientos humanos irregulares, como si quisieran conjurar los horizontes de futuro asfaltado.
La Agroecología, la Economía Social y Solidaria requieren dialogar, conocer y reconocer que esas circularidades perviven en los territorios bioculturales, para provocar esos agenciamientos locales y enfrentar los momentos de crisis socioambiental que viven nuestros territorios campesinos y biodiversos.
Los cinco pétalos de la flor de cocosa son metáforas de resistencia, cinco ejes de nuestro grupo de trabajo identificados con las abejas, maíz, agua, tierra y axolotl (ambystoma mexicano). Cada pétalo-eje es resultado de una praxis enamoradora en territorio chinampero, cada pétalo es un proceso de estudio, prácticas y reflexiones que ha permitido sistematizar nuestras experiencias, destacando los porqués y paraqués de nuestro pisar en chinampas y de nuestras resistencias productivas.
Nuestra historia está atravesada por el abandono de la siembra de maíz, en la medida en que se fueron haciendo presentes los vagones de la línea doce del metro, y de manera paralela algunos de nuestros amigos chinamperos envejecían y morían. En el paraje de Temalacatitla, en la chinampería de Tláhuac, sucedió que las hijas de la familia Hernández Gaspar trasladaron su cuidado familiar a las chinampas con la producción, transformación y comercialización de la miel cuando los varones dejaron de sembrar el maíz. Ahí encallamos en nuestra Trajinera del Conocimiento y desde entonces nuestras tareas de reactivación chinampera ha sido en clave femenina y con abejas.
En tanto, en la indagación lacustre imaginando nuevas formas de cooperar, nuestras certezas se territorializaban, el concepto de que en el centro de la economía social y solidaria debería estar el ser humano se encontró con la circularidad de una persistente economía campesina, de fuerte simbolismo y que nos mostraba los grandes laberintos evolutivos de humanos y chinampas, el concepto de un sujeto como centro de la Economía Social y Solidaria cambió, porque ese centro no podía concebirse sin el paisaje y toda la compleja red de misteriosa vida que nos abrazaba y daba el respirar cognitivo y sentimental.
Ante el olvido de los hijos de los chinamperos de la actividad agrícola, nuestra molecular historia colectiva se plantea el reto de construir un diálogo permanente del conocimiento tradicional con la agroecología, donde la construcción del sujeto biocultural es con la reactivación y cuidado de las chinampas y sus actores. Un pensar y sentir haciendo.
Hemos iniciado un proyecto de difusión denominado El axolotl en busca de su lago, con talleres de lombricomposta, elaboración de productos a base de miel, con información sobre las chinampas en primarias, plazas y escuelas de nivel superior para transmitir la necesidad de que se sumen y se adscriban a la defensa y difusión de los valores e importancia de rehabilitar nuestros cuerpos lacustres.
A la par, hemos iniciado el proyecto conceptual de apertura de un apantle (hilera de agua) con herramientas muy empíricas para estudios batimétricos en el canal adjunto a la chinampa, estudios de niveles con dron, organizando gestiones con instituciones, colectivos y amigos que quieran construir conocimiento para la reactivación chinampera y lograr la apertura de un sistema de canales que en el pasado se perdieron y poder contribuir a la reactivación chinampera recobrando la imagen lacustre con biofiltros que limpien el agua y puedan vivir los axolotls, fortalecer la producción de las plantas nectaríferas, garantizar el riego para el maíz reduciendo las incertidumbres de las irregulares lluvias, profundizar en los estudios del agua y la tierra apostando al tequio de conocimientos compartidos.
Nuestro punto de encuentro es la tienda de la cooperativa Apiario Atotolco, en la colonia Santa Cecilia en San Pedro Tláhuac, donde no sólo es un punto de comercialización de la diversidad de productos elaborados a base miel, sino un punto de diálogos y suma de saberes y organización de tequios.
Para cerrar este texto, El axolotl en busca de su lago se une a la solicitud a la comunidad ejidal para que no lotifique su ejido y puedan rehabilitar el viejo lago de Chalco, hoy conocido como las lagunas de Tláhuac-Xico, conservando la propiedad social, con justicia social como la única garantía para la supervivencia de la vida en este rincón de la Ciudad de México de enormes potencialidades para la agroecología, la restauración, una nueva gestión del agua y la organización de la economía social.
Proponemos una economía social y solidaria con visión de territorio como una de las tantas formas y conceptos que se suman a las resistencias históricas de los bienes naturales y culturales de estos pueblos chinamperos, una agroecología con memoria comunitaria para democratizar y enriquecer los saberes sumando como sujetos de esa solidaridad económica al patrimonio natural, cultural y ancestral, porque la comunidad son también las chinampas. •