n sólo tres días dos bancos estadunidenses colapsaron, lo cual sacudió a los mercados y revivió temores de una crisis financiera de grandes proporciones. El miércoles, Silvergate Bank anunció el cierre de sus operaciones, interpretado como una consecuencia colateral de la caída de FTX, la hasta hace unos meses segunda mayor plataforma de intercambio de criptomonedas y estrecha aliada del banco. Silvergate fue una entidad pionera en ofrecer servicios de intermediación bancaria con criptoactivos hace 10 años, y ahora se ha convertido en uno de los primeros bancos con seguro federal en quebrar por su exposición a estos instrumentos.
Ayer, el Departamento de Protección Financiera e Innovación de California (DFPI, por sus siglas en inglés) intervino el Silicon Valley Bank (SVB) para proteger los depósitos de los clientes. SVB es la primera institución con depósitos garantizados por la Corporación Federal de Seguro de Depósitos (FDIC)en quebrar desde 2020, así como la mayor institución bancaria en caer en Estados Unidos desde 2008. El colapso de esta entidad responde a una combinación de factores: altas tasas de interés que desincentivan la toma de préstamos de sus principales clientes, las firmas vinculadas al sector tecnológico; la aversión de grandes inversionistas al riesgo, y, finalmente, una estampida de pánico ante estas dificultades que le hizo perder más de 60 por ciento de su valor bursátil en tan sólo una semana.
El desplome prácticamente simultáneo de Silvergate y SVB deja al menos tres lecciones. En primer lugar, muestra que las regulaciones establecidas tras la histórica crisis de 2008 distan de ser suficientes para evitar o al menos prever que las instituciones financieras caigan en la insolvencia, generen pérdidas a sus clientes y amenacen con una propagación al resto del sistema bancario y al conjunto de la economía. Si bien en este caso se anticipa un contagio limitado, de momento otros bancos llegaron a ver caídas de hasta 40 por ciento en el precio de sus acciones, es decir, miles de millones de dólares se borraron sólo por el miedo a nuevas quiebras.
En segunda instancia, es necesario recordar que las criptomonedas son instrumentos altamente volátiles, cuya posesión e intercambio entraña riesgos de quebrantos incluso mayor al de los activos tradicionales
. Asimismo, la ausencia de controles y de un marco regulatorio apropiado expone a los usuarios a todo tipo de fraudes, como ocurrió con el escándalo de FTX, cuyas reverberaciones continúan sin que sea posible establecer hasta dónde llegarán. La historia de Silvergate es muy ilustrativa al respecto, pues con su apuesta por el bitcóin (la más conocida y valiosa de las criptomonedas) pasó de ser un diminuto banco con tres sucursales a alcanzar una cotización de 6 mil millones de dólares, para después perder 97 por ciento de su valor en poco más de un año.
Por último, estamos ante una advertencia de los peligros de empujar demasiado lejos la política monetaria como principal o único método para contener la inflación. Es previsible que seguir elevando las tasas de interés o mantenerlas en su nivel actual ponga en problemas a otras empresas, al encarecer el crédito y desacelerar la actividad económica. Estos efectos secundarios perniciosos de la política monetaria restrictiva suelen presentarse como dolorosos, aunque inevitables por parte de los economistas ortodoxos, pero han sido ampliamente cuestionados en contextos en que el alza de precios no se relaciona con la demanda, sino con la oferta, como es el caso en la coyuntura actual.
Las autoridades estadunidenses y de otros países, México incluido, deben prestar atención a estas cuestiones con la finalidad de tomar las medidas necesarias para evitar la repetición de una crisis económica devastadora como la ocurrida en la década antepasada, lo cual exige revisar posturas dogmáticas y reconocer las limitaciones del mercado en momentos de dificultad.