AGROSILVICULTURAS AGROECOLÓGICAS URBANAS Y PERIURBANAS EN MÉXICO
Cultivando y cuidando la vida en las ciudades y sus alrededores
En México, la población urbana representaba el 79% de la población total en el 2020 y se espera su incremento en los próximos años, principalmente en las ciudades pequeñas y medianas. Varias investigaciones advierten por los retos alimentarios e hídricos y los impactos ambientales y sociales que profundizará esta situación.
Los habitantes urbanos frecuentemente desconocemos cómo son producidos nuestros alimentos, en qué ambientes, por quiénes, en cuáles condiciones y qué relaciones se fomentan a partir de su producción y transformación. Mucho menos se promueve la reflexión sobre la relevancia, las implicaciones ambientales y sociales de esta actividad para la vida en las ciudades.
La inseguridad, homogenización y pérdida de la diversidad alimentaria incrementan la vulnerabilidad en los ambientes urbanos, y se agrava para las personas y grupos en mayor condición de desigualdad por género, clase social, edad, grupo cultural u otra condición (discapacidad o enfermedad). Incide en el aumento de la generación de basura y emisiones por el traslado de los alimentos de lugares lejanos y desconocidos y el sub-aprovechamiento de materiales posibles de reciclaje como el agua y la materia orgánica producida en nuestros hogares urbanos. Esta desconexión entre naturalezas y sociedades nos hace partícipes y responsables a los habitantes urbanos de la pérdida de formas de vida rurales adyacentes a la ciudad (agricultores, recolectoras, pastores). Finalmente, repercute en severas afectaciones a la salud humana (físico- mental) lo que en última instancia genera más gastos a las familias y al Estado.
No obstante, quienes habitamos las ciudades seguimos cuidando de la vida desde múltiples y diversas expresiones: en camellones, banquetas, techos, paredes, macetas, orillas de los ríos, huertos, parcelas, áreas naturales protegidas y verdes, parques y arroyos, las hemos encontrado y denominado Agrosilviculturas Urbanas y Periurbanas. Desde ellas, identificamos que las agrosilviculturas son diversas, en tanto devienen de personas que trabajan el campo, que se dedican a la agricultura, al pastoreo y/o la recolección. Muchas de ellas han sido alcanzadas por la ciudad, mientras que otras han migrado a ella. Algunas coinciden en cuanto a la añoranza de seguir llevando a cabo estas prácticas en los nuevos espacios que habitan. Permacultoras, estudiantes y académicas interesadas en temas agroecológicos y etnobiológicos, urbanísticos y de salud; nutriólogas y consumidores preocupados por la salud ambiental, social e individual; además de colectivas feministas interesadas en el cuidado de los cuerpos, las vidas y los territorios integran esta diversidad que caracteriza a la agrosilvicultura en su sentido identitario, o habitantes de la ciudad que tienen cariño e interés por la naturaleza y mantienen una conexión desde sus hogares. Esta diversidad tiene relación con los contextos de los que se forma parte en espacios urbanos y periurbanos y con las redes y movimientos sociales, ambientales, artísticos y académicos que los sostienen.
Las contribuciones de las prácticas de agrosilvicultura para la soberanía alimentaria en las ciudades incluyen la autoproducción de una porción de los alimentos que se consumen; varios de éstos, diversos, nativos y/o de plantas perennes leñosas, animales, hongos y otros microorganismos que históricamente han sido importantes para las poblaciones y que suelen ser olvidados o menospreciados en las políticas de creación de huertos urbanos y periurbanos u otras estrategias de agricultura urbana. Además, suministran forraje para los animales domésticos que habitan en las ciudades y que proporcionan leche, carne y huevo, y también proporcionan leña para el procesamiento de los alimentos. Contribuyen con la obtención de recursos económicos o en especie, a partir de su venta o trueque. Los alimentos sin procesar o procesados que se originan a partir de estas prácticas suelen ser vendidos por las agrosilviculturas en tianguis y mercados locales cercanos y/o agroecológicos, generando beneficios para los productores y los consumidores y disminuyendo el impacto ambiental y social de la alimentación.
Las agrosilviculturas pueden proveer sombra y, por lo tanto, disminuyen el efecto de los incrementos de temperatura, del frío, del aire y el polvo y mantienen la diversidad biótica que propicia la polinización, el control biológico y la dispersión. Permiten el reciclaje de los residuos orgánicos y del agua, una de las principales fuentes de contaminación y de generación de residuos sólidos en las ciudades, así como la captura de gases de efecto invernadero de la atmósfera. Estos espacios integran plantas medicinales que se emplean como formas preventivas o curativas y que reducen los gastos permitiendo el mantenimiento de sus ingresos y fuentes de trabajo. Contribuyen con el embellecimiento y el esparcimiento en los espacios públicos, colectivos y familiares, que reducen el estrés y benefician a la salud física y mental. También ayudan al mantenimiento y construcción de relaciones a partir de su intercambio, fortaleciendo los tejidos sociales necesarios para crear y mantener paisajes enriquecidos.
A pesar de todos estos beneficios, existen retos muy importantes en las ciudades pequeñas e intermedias mexicanas para que las agrosilviculturas se sostengan y sigan emergiendo y fortaleciéndose. Existen limitaciones espaciales, estructurales e hídricas, además de escaso acceso al suelo, a la participación en la creación de políticas públicas y proyectos de investigación pertinentes y colaborativos, y la formación de personas que participen de tales esfuerzos. En este año, ha sido aprobado por el CONACYT, El Proyecto Nacional de Investigación e Incidencia “Agrosilviculturas Agroecológicas Urbanas y Periurbanas de México para nuestras Soberanías (Alimentarias)”. Para este proyecto, se conformó un grupo integrado por académicos, personas y organizaciones del gobierno y de la sociedad civil con experiencia en temas y prácticas de agrosilvicultura y agroecología urbana y periurbana, localizados en ocho ciudades de pequeñas a intermedias y una ciudad grande. Estas ciudades son La Paz, San Cristóbal de las Casas, Guadalajara, Autlán-El Grullo-El Limón, Morelia, Oaxaca, Xalapa y Mérida. Este colectivo, aspira a realizar investigación y acciones colaborativas al interior de cada una de las ciudades y sus alrededores; y pretende fortalecerse a escala nacional (entre las ciudades participantes del proyecto y otras que se interesen). En los siguientes tres años, estaremos compartiendo los avances de tal iniciativa. •