Cuando hablamos de partería tradicional pensamos en lo femenino, las mujeres, el acto vital de parir, la llegada de un ser a este mundo, los rituales y conocimientos comunitarios que se ponen en práctica en dichos acontecimientos. Pensamos en pueblos indígenas, en sabiduría ancestral, en transmisión oral, en medicina tradicional, en sororidad entre mujeres, en manos que saben tocar, sobar, resolver problemas, recibir, dar, que son guiadas por la intuición y la experiencia. Todo esto y mucho más forma parte del universo vasto de la partería tradicional, con sus particularidades y diversidades culturales y geográficas.
Históricamente las mujeres parteras, llamadas también comadronas o matronas, no sólo han sido personas que ayudan a otras mujeres a dar a luz y a los cuidados del embarazo, parto y puerperio, sino que son bastiones, líderes de sus comunidades y mujeres de respeto. Ellas saben de herbolaria, de salud sexual y reproductiva, de prácticas como sobadas, masaje con rebozo, entre otras, pero sobre todo, conocen el entramado de símbolos y cosmovisiones de sus pueblos, que constituyen una verdadera riqueza cultural y una herramienta de comunicación y conexión fundamentales para la partería tradicional.
Muchas de las parteras tradicionales han recibido en sueños el mensaje de que su misión es aprender a partear y, a través de las abuelas y parteras más grandes, van recibiendo instrucción y guía de cómo hacerlo. Estos dones y conocimientos, difíciles de comprender desde la ciencia positivista, son imprescindibles para que su quehacer prevalezca a través del tiempo.
Existe una lucha por defender ese sistema médico de los embates del mundo capitalista y patriarcal en el que vivimos. La práctica de la partería se ha visto en peligro de desaparecer, ya que en varias regiones del país ha visto su ocaso. Entre los diversos motivos de su extinción se encuentra el colonialismo interno, aún presente para con los pueblos indígenas y afrodescendientes, el racismo y la discriminación hacia la mujer como portadora de conocimiento.
La Guía práctica para el adiestramiento, la evaluación y la articulación de las parteras en los servicios de salud elaborada por la Organización Mundial de la Salud en 1979, ha afectado severamente la persistencia de los saberes y los conocimientos de las parteras tradicionales a nivel mundial. Este documento propone diversos cuestionarios para evaluar el desempeño de las parteras y poder decidir cuáles serán de utilidad y cuáles no. Ya se han visto las implicaciones negativas que ha tenido para la partería tradicional en varios países la “integración” de las parteras al Sistema de Salud, pero lo que ha sido peor, ha significado el desplazamiento de la partería tradicional por la institucionalizada y profesional. En ese sentido, sería ideal que ambos ámbitos pudieran convivir en armonía y respeto, y no en un sentido de imposición, hegemonía y poder, que es lo que por desgracia ha ocurrido.
Es importante que haya un respeto al libre ejercicio de la partería tradicional, no sólo porque es una riqueza cultural de los pueblos, sino también porque las mujeres embarazadas tenemos el derecho de elegir cómo y con quién parir. Hoy en día, la lucha por los derechos de las mujeres, así como la lucha de los pueblos por preservar su territorio y su cultura, van de la mano con la lucha que las parteras tradicionales están haciendo por ser valoradas y reconocidas como dignas portadoras de conocimiento y valor para la sociedad, y poder ejercer con libertad el arte de partear como ellas lo han aprendido por generaciones.
Las parteras saben cuándo cortar el cordón umbilical del bebé, cómo trabajar la placenta, la dosificación de hierbas en baños y en infusiones, entre otros cuidados necesarios para la salud de la madre y el recién nacido. La relación de la partera con la mujer embarazada busca crear un lazo de confianza y apoyo que no se tiene de igual forma con el personal de salud en los hospitales debido a que, por lo general, no hay un acercamiento cálido, respetuoso e igualitario con las embarazadas.
Sería lamentable que la partería tradicional desapareciera, porque con ella se extinguiría una parte de la riqueza cultural y humana de los pueblos indígenas y del mundo. Por lo pronto, en México, se busca su preservación y revitalización, por lo que es esperanzador saber que hay activistas, feministas, abogadxs, académicxs, médicxs conscientes y población despierta, que acompañan la lucha de las parteras para que su hacer comunitario sea revalorado, defendido, y respetado. •