Hace varios años tuve la dicha de ser invitada a una reunión con parteras tradicionales que habitan en distintos estados del país. La presencia de esas mujeres sabias me llenó de alegría, pero al escuchar las múltiples formas de discriminación y acoso que padecen, sentí mucha indignación y tristeza. ¿Por qué se está destruyendo un legado cultural tan valioso como lo es la partería tradicional?, ¿cómo lograr su preservación?
Fui invitada a esa reunión para propiciar una reflexión colectiva sobre si es o no conveniente que la partería tradicional obtenga una declaratoria oficial de Patrimonio Cultural Inmaterial, en adelante PCI, como sucedió en Colombia. De tal cuestión comparto las siguientes reflexiones:
- La partería ha sido fundamental para la reproducción física y cultural de los pueblos y comunidades indígenas, afromexicanas y equiparables de nuestro país; por ello forma parte de su patrimonio cultural.
- Se trata de un patrimonio cultural que está en riesgo de extinción debido a disposiciones legales y programas de gobierno que violan derechos humanos y culturales.
- Dichos lineamientos han sido impuestos por organismos internacionales y nacionales que responden a los intereses económicos de la industria farmacéutica.
- Se trata de acciones deliberadas para eliminar la partería tradicional no solo en México, sino en otros países en los que prevalece población indígena: ¿ese atentado se puede detener mediante la obtención de decretos oficiales de PCI?
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en su Convención para la Salvaguarda del PCI (2003), estableció los mecanismos a seguir para otorgar un reconocimiento internacional al patrimonio inmaterial. Ese organismo generó dos listas y un registro: la Lista Representativa del PCI, la Lista del PCI que requiere medidas urgentes de salvaguardia y el Registro de buenas prácticas de salvaguardia. Cuando una expresión cultural se integra a la primera lista obtiene una declaratoria de “Patrimonio de la Humanidad”.
En 2017, los saberes asociados a la partería afro del Pacifico colombiano fueron declarados como patrimonio cultural de ese país, mediante su incorporación a la Lista Representativa del PCI de dicha nación. En México no existe una Lista Representativa del PCI mexicano, sino un Inventario que ofrece información sobre 319 expresiones culturales registradas hasta la fecha. La inscripción a la Lista Representativa requiere la elaboración de un plan de salvaguarda, pero no ofrece garantías ni recursos para su cumplimiento, a la vez que el Inventario del PCI no obliga al Estado mexicano a desarrollar acciones para salvaguardar las expresiones culturales registradas. Esto quiere decir que en ninguno de los casos se logra una protección de la expresión cultural registrada que evite su desaparición.
La Lista Representativa del PCI de la UNESCO, al igual que las nacionales, ha reforzado la creación de empresas privadas que obtienen ganancias de las expresiones culturales inscritas y generan su distorsión. Por ello, no es de extrañar que la partería afro del Pacifico colomwbiano se oferte como atractivo turístico del mercado de la salud, tal y como se muestra en la siguiente liga: RutadelaPartería – Guía turística de Buenaventura (guiaturisticadebuenaventura.gov.co) Cabe preguntar: ¿por qué la partería indígena colombiana no fue también reconocida como patrimonio nacional?
El problema es que la mercantilización de la salud se ha impuesto por encima de los derechos culturales. En otras palabras, la disminución de la partería tradicional en México y su desaparición en muchos otros países del mundo, se debe a la imposición de varios lineamientos de la Organización Mundial de la Salud, el Fondo de Población de las Naciones Unidas y la Fundación MacArthur, quienes han logrado colocar a la obstetricia y a la partería profesional como modelos excluyentes de atención del embarazo, parto y posparto, invalidando las prácticas terapéuticas de las parteras tradicionales.
Respondiendo a los intereses de la industria farmacéutica, se ha impuesto la obligación de que los partos se atiendan con medicinas de patente y en clínicas y hospitales. Dicha imposición se ha logrado mediante una serie de ordenamientos legales del sector salud que contravienen varios derechos establecidos en nuestra Carta Magna y en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo.
Además de lo anterior, en 2007 se creó el Certificado de Nacimiento como documento obligatorio para la obtención del Acta de Nacimiento, invalidando así las constancias que otorgaban las parteras a los recién nacidos atendidos por ellas. Éste ha sido un instrumento letal para la partería tradicional porque impide que los recién nacidos atendidos por parteras puedan ejercer, sin traba alguna, su derecho a la identidad y a la nacionalidad consignado en el Artículo 4º. de la Constitución. Ello también viola el derecho que tenemos las mujeres a decidir libre y voluntariamente sobre cómo y con quién queremos parir.
Los lineamientos citados niegan la composición pluricultural de la nación y contravienen el derecho que tienen los pueblos de preservar los conocimientos y elementos que constituyen su cultura e identidad; derecho que el Estado mexicano tiene la obligación de garantizar y hacer respetar.
En conclusión: la mercantilización de la salud ha generado que la partería tradicional sea un patrimonio cultural en riesgo. Se trata de un proceso de etnocidio (destrucción de la cultura de un grupo étnico) y epistemicidio (destrucción de un sistema de saberes y conocimientos) provocado y articulado, básicamente, por la industria farmacéutica que cuenta con la complacencia de varios legisladores, funcionarios, empresarios y algunos “expertos” en la materia. ¿Qué podemos hacer al respecto? •