Doña Guadalupe* es partera, vive en las faldas del Pico de Orizaba. La medicina del volcán alimenta su partería, crece las plantas que curan, bendice las piedras del temazcal. Nieta de partera, por años ayudó a su abuela en las sobadas, las escuchas, las curaciones, los partos, los baños. Cuando la abuela murió, doña Guadalupe fue buscada para hacerse cargo de los nacimientos, se volvió una partera para su pueblo. Como necesitaba una ayudante y a su hija le gustaban los partos, se la llevó para que le ayudara, así con el tiempo habría una nueva partera lista para sucederle. Por años fortaleció el sustento de su familia con los dones de su trabajo hasta 2014, año en que recibió amenazas directas desde el sector salud. Entonces, dejó de atender… hasta que, con todo y amenazas, escuchó el pedido de las mujeres y volvió a recibir bebés.
La prohibición
En la Unidad Médica Rural (UMR) del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) que le corresponde a doña Guadalupe como partera registrada, desde hacía años se instaba a las parteras a dejar el uso de plantas medicinales, el acomodo de bebés y la atención de partos. Empero, para doña Guadalupe, el programa Madrinas Obstétricas fue el punto de quiebre.
El DIF de Veracruz comenzó en 2011 con el programa Madrinas Obstétricas en coordinación con otras dependencias del sistema de salud estatal. En él se dispuso que todas las mujeres debían atenderse en los servicios de salud durante todo su embarazo y hasta la cuarentena, en especial las que viviesen en zonas pobres, indígenas y/o rurales. Cada gestante tendría una “madrina” encargada “voluntariamente” de ver por su salud y asegurarse de que asistiese a las consultas médicas. Cualquier persona podía proponerse como madrina obstétrica, pero en la práctica a las parteras tradicionales se les asignó tal figura. El DIF inclusive pidió nuevos censos para ubicar a las parteras no registradas por el sistema de salud. Así, se usaba a las parteras como vehículo hacia las instituciones médicas, mientras ellas mismas ejecutaban la eliminación de su práctica. Parteras reducidas a pilmamas, de servidoras comunitarias a “voluntarias” de la institución.
Pese a ello, doña Guadalupe siguió brindando su don porque las mujeres la buscaban, inclusive hubo toda una generación del preescolar que nació en sus manos porque las otras parteras habían dejado de trabajar. Fue en 2014 cuando vino la amenaza directa y por escrito: si hay alguna complicación, será encarcelada por 30 años. Doña Guadalupe no pudo resistir más. Dejó de atender partos.
La economía de la familia sufrió. Y vino una ruptura: la herencia de las parteras truncada, el conocimiento de la bisabuela, la abuela y la madre ya no podría llegar a las herederas. Doña Guadalupe dijo a su hija que “de partera ya no iba a haber” (trabajo), que debía estudiar algo.
Entonces vino un nuevo aire desde fuera de la comunidad. Doña Guadalupe fue invitada a compartir sus saberes por la Universidad Veracruzana Intercultural (UVI). El arte de palpar un bebé, la herbolaria para evitar una amenaza de aborto y el uso del rebozo para el embarazo llegaron al territorio universitario. Con la vinculación con la UVI, que reconocía la legitimidad de su conocimiento, y la experiencia de dar a conocer las artes de la partería a lxs universitarixs, se fortaleció el espíritu de doña Guadalupe. Con esa fuerza y con la confianza de las mujeres que insistían en ser atendidas por ella y que no querían ir al hospital (como dictaba Madrinas Obstétricas), volvió a recibir bebés. Había pasado tres años sin partear.
El problema del Certificado de Nacimiento
En pleno 2022, el hostigamiento continúa, pero ahora es el Certificado de Nacimiento el principal obstáculo para ella y todas las parteras. En la UMR que le toca a doña Guadalupe no dan Certificados para los bebés recibidos por parteras. El IMSS es la instancia más reacia a la existencia de las parteras y, por ende, a la extensión de certificados para bebés nacidos fuera de la institución, pese a que mujeres y bebés tienen derecho a ellos. Cuando el Certificado se volvió obligatorio para tramitar el Acta de Nacimiento (2007) doña Guadalupe encontró apoyo en la autoridad municipal, así neutralizó la arbitrariedad de la UMR.
Ahora doña Guadalupe resolvió lo del certificado en un Centro de Salud de la Secretaría de Salud estatal que le queda lejos. La partera debe presentar a la mamá y al bebé. El trámite es costoso en tiempo, dinero y respeto; este mayo doña Guadalupe y cinco familias llevan ya dos vueltas infructuosas, una porque no había el papel y la otra por la ausencia del médico, pese a que tenían cita. A ver si en la siguiente vuelta queda. Cuando retomó la atención de los partos no tenía resuelto lo del Certificado, de entonces le preocupa especialmente un niño que este año no podrá ir a la primaria porque no tiene Acta, porque no hubo certificado.
Para doña Guadalupe la solución es clara, que a cada partera le entreguen el certificado para cada embarazada a la que esté cuidando, así, el día del parto, la partera podría entregarlo. Si no, pues que la UMR de los certificados y rápido. Doña Guadalupe reflexiona: nosotras debemos trabajar porque tenemos don. Los médicos no lo entienden. “Si el presidente Andrés Manuel López Obrador dice que está al lado de nosotras como mujeres. ¿Pues dónde está la solución? Si nosotras somos las del don. ¿Por qué no respetan nuestros derechos?”
*Doña Guadalupe es un seudónimo para cuidar la identidad de la partera, ella misma pidió se omitiera su nombre pues teme represalias de parte del personal de salud.•