Número 171 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
¡A COMER!
Olivos y maíz. Magdalena Pérez Palomo

De la misa a la mesa, el olivo en Santiago Tulyehualco

“Sin tierras y olivares, qué sería de las ciudades”

Magdalena Pérez Palomo

Los terrenos que hoy se conocen como La Loma y la parte alta del panteón de Tulyehualco, eran unos islotes hace 500 años y ahí se plantaron por primera vez los olivos que llegaron de España” nos dice el Sr. Apolo Franco, productor de amaranto en Tulyehualco, quien ha retomado la siembra de olivos en su parcela a las faldas del cerro Teuhtli. No se sabe cuál fue la variedad de olivo que llegó, pero a la aceituna que se produce en esta zona se le ha llamado “criollita”.

La actual Ciudad de México, a principios del siglo XVI, fue testigo de la llegada de 12 frailes franciscanos con la encomienda de la evangelización. Así que, según la tradición oral, Fray Martín de Valencia fue quien instruyó que se plantaran los primeros olivos en el lugar antes mencionado, esto con el fin de producir localmente el aceite de oliva para los “santos óleos”.

Sin embargo, otro fraile franciscano, Fray Toribio de Benavente, el “Motolinía”, dejó evidencia por escrito en sus “Memoriales” de cómo los cultivos que llegaron de Europa, en este caso las viñas y los olivares, se fueron incorporando al campo mexicano.

En la capital novohispana se consumían aceitunas y aceite de oliva que se producía en los pueblos del sur como San Juan Ixtayopan, San Antonio Tecomitl y Santiago Tulyehualco, y en el poniente en los terrenos de la Hacienda de los Morales, la Casa de la Bola y lo que hoy son las colonias Olivar de los Padres y Olivar del Conde. Para el siglo XVIII los productores eran hacendados civiles y el clero, lo que provocó la disminución de las importaciones, generando que los productores en España exigieran al Rey Carlos III políticas comerciales proteccionistas a su favor; así, el rey emitió dos cédulas reales, en 1774 prohibía la producción y en 1777 ordenó la destrucción de los cultivos. Aunque no fue el único motivo, la venta de los terrenos de las haciendas junto con el crecimiento urbano en el siglo XX, provocaron que desaparecieran los olivares.

En Santiago Tulyehuaco, nos dice el Sr. Apolo: “con la producción actual no se extraen más de 100 litros de aceite de la oliva criollita al año, prácticamente es para consumo local”. Hasta hace 100 años, Tulyehualco era un gran productor de aceitunas y con la finalidad de recuperar esta tradición olivarera, desde hace 50 años (excepto en el 2021), en el mes de febrero, se lleva a cabo la Feria de la Alegría y el Olivo.

Hace dos años visité la parcela del Sr. Apolo, en ese entonces tenía sembrados olivos que medían aproximadamente un metro de altura; en la visita que realicé en septiembre de 2021, ya alcanzan casi dos metros. Tiene sembrados 100 árboles de diferentes variedades; el primero, que sembró su padre hace diecinueve años y los que él sembró hace cinco, que son de las variedades manzanilla, arbequina y picual. Sin embargo, hasta el momento, ninguno de sus árboles ha dado aceitunas. Este año, sus olivos que están sembrados alternados con maíz y amaranto, están comenzando a dar flores; se espera que comiencen a dar frutos en este 2021.

Unos metros más abajo, un vecino de parcela también ha sembrado variedades europeas. Dice el Sr. Apolo que quienes tienen olivos de criollita no sueltan ni comparten esquejes (son los tallos pequeños o estacas que se introducen en la tierra para reproducir el olivo) para que se siembren. En el terreno aledaño han hecho siembra intensiva de olivos, ya lograron obtener aceitunas pero han crecido pequeñas de acuerdo al tamaño que deben de tener.

Agrónomos de la zona llamada El Olivo, en Hidalgo, han llegado para conocer la situación, ¿a qué conclusión llegaron? Que la tierra del cerro Teuhtli es fértil, todo lo que se siembra se da, sin embargo, los olivos necesitan más agua en Tulyehualco. En Hidalgo se utilizan en promedio 100 litros de agua semanalmente para cada árbol, cantidad de agua que en el cerro Teuhtli, fuera de temporadas de lluvia, sería muy caro mantener, pues habría que pagar las pipas de agua para que subieran a la zona cerril.

Olivos y milpa. Magdalena Pérez Palomo

Ante esta situación, el Sr. Apolo me comentó que el aceite que se comercializa en esta zona proviene de otros estados, por ejemplo, el aceite de oliva que vende en su tienda se produce en Hidalgo. Esto lo constaté personalmente en la feria del año 2020 donde el aceite de oliva que se vendía provenía de Hidalgo, Tamaulipas y Baja California.

Dadas las circunstancias de la necesidad de agua, el crecimiento de la mancha urbana que ya está llegando al cerro Teuhtli, entre otros factores, se limita el establecimiento de más olivares que hagan que esta zona vuelva a tener la producción de olivas y su aceite como hace 100 años. Los productores realizan un gran esfuerzo para preservar una tradición y una identidad como pueblo de esta ciudad. •