Una trampa a la reforma judicial
s muy probable que el asunto de la ampliación de la permanencia de los ministros de la Suprema Corte de Justicia en ese organismo sea rechazado por la Cámara de Diputados, aunque allí Morena tenga la posibilidad de aprobar la modificación a la ley sin necesidad de bolas de humo, porque son la mayoría que puede hacerlo.
Pero la permanencia del ministro Zaldívar en la presidencia de la SCJN no es, por más que se quiera, lo más importante, pero es el pretexto ideal para tratar de evitar lo inevitable: la reforma al Poder Judicial.
La permanencia de Zaldívar lo único que nos confirma es que el ámbito de la justicia está, en buena parte, podrido y que no se le puede confiar a mucha gente una tarea como la que se propone el gobierno de la 4T, pero también nos enseña que quienes no quieren que la reforma vaya han abierto un nuevo frente de guerra en contra del presidente López Obrador para evitar que se mire el fondo del asunto.
Nadie, en sano juicio, podría lanzarse a defender la actuación de los jueces en el país. Si bien es cierto que muchos de ellos trabajan a favor de la justicia, mucho otros, muchos más, la mayoría, sólo son eslabones de la cadena de complicidades que han puesto a la venta la ley y han relegado la justicia.
Los argumentos legales para que los diputados consideren rechazar la propuesta son sólidos y se ajustan a los términos que señala la Constitución, aunque exige que, como se hacía con anterioridad, se busquen las fisuras legales para que se cometa la acción.
En este caso, la idea que se podría manejar es que no se trata de una relección, sino de la ampliación de un mandato, y hasta se podría escribir que se considera única, es decir, sólo esta vez, pero eso es, de todas formas, burlar la ley.
Lo conveniente hubiera sido modificar la Constitución, pero parece que los tiempos no ajustaban, eso se dice entre la gente del Senado. Pero, ¿de verdad el ministro Zaldívar es el único honesto y capacitado para efectuar esa tarea? Si es así el problema es mucho mayor al que imaginamos, pero si no, ¿qué necesidad de violentar las cosas?
Sería muy bueno que alguien nos dijera, con claridad, es decir, nombre y apellido del autor de la trampa, y esto porque alguien del mismo Senado vendió en la Presidencia la solución maldita, y la lista de los posibles no es muy larga, se reduce a uno: el mismo que amaga con leyes que irritan y que luego negocia o desaparece.
Total, afortunadamente el asunto del ministro es lo de menos (alguien lo quiere de su lado y hasta el final del sexenio, y ese alguien no está en Palacio Nacional), lo que debería estar en la discusión diaria es la reforma al Poder Judicial, que ya se hace urgente, lo demás es la trampa que urdió ese mismo alguien que colocó a López Obrador en calidad de punching bag. Cuidado.
De pasadita
La jefa de Gobierno, que ha tenido un actuar de diez bajo las condiciones que exige la pandemia, miró al horizonte y lanzó la idea de que para el mes de agosto se podrían reanudar las clases presenciales en esta capital.
Eso sirvió para que una buena parte de la burocracia se enfadara y reclamara derechos, celos, como dijimos, burocráticos; el anuncio no le correspondía a ella, aunque sí la razón, porque a final de cuentas sus mediciones, su entrega al estudio del fenómeno en lo sociológico le han permitido ser muy puntual en su quehacer.
Pero, como es costumbre, las protestas se dejaron sentir y sin decir que no será en agosto el regreso a las aulas, Claudia Sheinbaum aclaró que el anuncio es harina del costal de Santo Domingo. Así es esto del a mí me toca.