Propuestas de políticas públicas frente a la eliminación del glifosato y a la prohibición del uso de semillas transgénicas: ANEC
El modelo de agricultura y comercio global promovió de 1982 a 2018 la concentración de la producción mundial de alimentos en unos cuantos países, el desmantelamiento de las agriculturas campesinas e indígenas en el resto del mundo, la reorientación hacia la agroexportación con base en empresarios agroindustriales y la externalización de los costos ambientales, derivando en una crisis alimentaria global.
Uno de los pilares de la política neoliberal en la agricultura fue el modelo de producción agroindustrial heredado de la revolución verde, en el que las grandes empresas privatizaron, dominaron y monopolizaron los recursos en cada una de las fases de la cadena productiva: recursos naturales, semillas, insumos agrícolas, maquinaria, tecnología e investigación, mercados agrícolas y alimentarios.
Impulsó la utilización de tecnologías riesgosas para la salud humana, la salud animal y la ecología, y la desnacionalización, privatización y concentración de los patrimonios rurales de comunidades campesinas y pueblos indígenas: energéticos, agua, tierra, costas, biodiversidad, recursos genéticos, valores escénicos, etcétera Con todo ello se incrementó y precarizó aún más la oferta de fuerza de trabajo propiciando una desruralización compulsiva, un despoblamiento de los territorios rurales y graves problemas de inseguridad.
Hoy nos toca revertir este proceso hacia un modelo agroalimentario y nutricional encaminado a lograr la soberanía alimentaria, a partir de la refuncionalización y visibilzación de la pequeña agricultura, libre de agrotóxicos y transgénicos, y que transite hacia modelos agroecológicos desde lo local, regional y nacional y con una justa relación campo ciudad.
En este sentido, un punto de inflexión para una verdadera transformación donde se logre la emancipación campesina y el control del proceso productivo, lo representa la lucha por la eliminación de semillas transgénicas y el uso de agrotóxicos como el glifosato.
Esto es determinante, ya que la imposición y el uso de transgénicos significa la culminación de la articulación de un modelo empresarial e industrial (el alimento como negocio) donde todas sus partes están interrelacionadas: semillas, fertilizantes, maquinaria, mercado, industrias procesadoras de alimentos…
Ya de por sí es muy grave el problema de la alteración genética de las semillas y mediante patentes su apropiación y privatización, hay que agregar que su uso tiene afectaciones diversas en un amplio espectro de las formas de vida y alimentación en el campo y la ciudad. Este modelo en su conjunto, es antagónico con el desarrollo equitativo, justo y sostenible de la agricultura, la humanidad y el medio ambiente.
En un estudio sobre la presencia y formas socioculturales de la producción de maíces nativos en Chiapas, que desde finales de 2020 se realiza en coparticipación entre ANEC y el Centro Geo de Conacyt, se observa el impacto de estas políticas neoliberales, ya que en el 75% de los casos existe una gran utilización de agroquímicos tóxicos, con alta presencia de glifosato, y el poco excedente que sale al mercado queda en manos de intermediarios. Por otra parte, en menor medida, persiste el uso de prácticas agroecológicas como el intercambio de semillas y la producción en policultivo. Tampoco se ha tenido acceso a programas federales como es el caso de Precios de Garantía con Segalmex, que solo recibe maíz blanco con estrictas normas de calidad.
En materia de políticas públicas se han dado cambios significativos respecto al modelo neoliberal y en las cuales destacan los programas prioritarios por su enfoque hacia el fomento de la soberanía alimentaria. Se prioriza y canaliza el mayor presupuesto a las y los pequeños productores con apoyos directos, en aquellas regiones en mayores condiciones de marginación, principalmente en el sur sureste. Las compras directas de granos por el Estado mediante precios de garantía es un gran acierto, siempre y cuando se revise y mejore drásticamente su operación. Y además es aplaudible que en las diversas políticas se priorice el fomento a la agricultura sustentable mediante estrategias de transición agroecológica. (Sembrando Vida, Producción para el Bienestar, Plan Nacional de Agroecología, Ley de fomento a maíces nativos).
Aunque hay un avance paradigmático en la reorientación de las políticas públicas, es necesario profundizar en el enfoque e implementación integral de las mismas, para garantizar la construcción de un nuevo sistema agroalimentario y nutricional. Deben ser políticas de Estado de largo plazo con base en los principios de: i) soberanía alimentaria; ii) sustentabilidad; iii) productividad; iv) rentabilidad; v) baja emisión de carbono; y vi) alta resiliencia climática. La transición debe ser gradual, planificada, con indicadores claros, local, regional y nacionalmente para garantizar una verdadera revolución tecnológica y social como la única vía para alcanzar la soberanía alimentaria y una vida digna para la emancipación de las y los campesinos y las comunidades rurales del país.
Si bien el decreto presidencial sobre glifosato y maíz transgénico es un gran avance, es necesario trascender integralmente de “una agricultura de insumos y de uso indiscriminado de agrotóxicos” a una “agricultura de conocimientos integrados en procesos complejos” donde los productores tengan participación y autonomía en todo el proceso productivo. Para lo cual, desde la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (ANEC) planteamos las siguientes acciones:
- Planeación incluyente de la producción de acuerdo a las necesidades alimentarias de la población rural y urbana a nivel local, regional y nacional.
- Impulso integral a un Plan Nacional Interinstitucional de Transición Agroecológica, gradual, articulado, complementario y de largo plazo:
- Estrategia Nacional para el impulso de la autoproducción y acceso de insumos orgánicos a nivel local y regional.
- Rescate y fomento tecnológico para el mejoramiento campesino de semillas nativas.
- Estrategia nacional para la regeneración y mejoramiento de suelos agropecuarios.
- Integrar un Sistema Nacional de Investigación, para impulsar alternativas de prácticas agroecológicas frente al uso de agrotóxicos. Articulación de los diferentes centros de Investigación con objetivos comunes.
- Un Plan de Transición Agroecológica para productores de 5 a 10 ha. y de mediana escala excedentaria, que siembran en monocultivo.
- Estímulos financieros con créditos accesibles a pequeñas unidades campesinas.
Asimismo, proponemos:
- Plan Nacional de Regularización de la Tenencia de la Tierra. Certeza jurídica en la propiedad.
- Desarrollo de mercados regionales: abasto regional y local, diferenciado. Cadenas cortas de suministros y economía circular, mercados regionales;
- Políticas eficientes de precios justos para las personas productoras y consumidoras, equilibrio campo ciudad; replanteamiento urgente del papel de Segalmex.
- Defensa de los territorios, los recursos naturales y genéticos, agua y medio ambiente. No a las leyes y decretos impulsados por los grandes agroempresarios.
La reconstrucción del modelo de producción agrícola en México hacia la soberanía alimentaria es una tarea de corresponsabilidad entre todos los actores del campo: campesinas y campesinos, sus organizaciones, instituciones públicas, Instituciones de Investigación, consumidores y la sociedad en general del campo y la ciudad. •