El Decreto Presidencial publicado en el Diario Oficial de la Federación establece la sustitución gradual del uso, adquisición, distribución, promoción e importación del glifosato y también señala, que se revocarán y se abstendrán de otorgar permisos de liberación al ambiente de semillas y autorizaciones para consumo de maíz genéticamente modificado. Este Decreto es producto de la lucha que a lo largo de más de 20 años ha dado la sociedad en México contra la siembra de maíz transgénico en México.
Desde que en los años noventas inició la siembra de maíz transgénico hubo reacciones en contra del uso de esta tecnología en su principal alimento, lo cual llevó a la moratoria que, en 1997, a petición de la academia y de organizaciones, estableció el presidente Zedillo a la siembra de maíz transgénico. Al comenzar el siglo XXI los gobiernos neoliberales siguieron insistiendo en dar los pasos legales para que esta tecnología entrara en nuestro campo y en nuestra mesa. El gobierno de Felipe Calderón, en específico su Secretario de Medio Ambiente, Juan Elvira, dio los primeros dictámenes positivos para siembra experimental y piloto de maíz transgénico.
Cuando inició el sexenio de Peña Nieto, muchas organizaciones, en especial la Campaña Sin maíz no hay país, pensaba que nos acercábamos irremediablemente a la expansión de esta tecnología en el campo. Sin embargo, la lucha continuó y gracias a la experiencia adquirida a lo largo de los años en lo que se ha llamado la exigibilidad de los derechos, se logró impulsar la demanda colectiva que, con una medida precautoria, impidió la siembra de maíz transgénico en México desde 2013.
Al llegar al gobierno Andrés Manuel López Obrador con una clara inclinación hacia las demandas sociales, incluyó entre sus 100 compromisos, la prohibición de la siembra de maíz transgénico. En este contexto la Colectividad se preguntó cuáles deberían ser los siguientes pasos y en una reunión amplia uno de sus miembros más destacados, el padre Miguel Concha impulsor del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, sugirió elaborar una propuesta de decreto para que el Presidente lo firmara y quedara establecida la prohibición del maíz GM en un instrumento jurídico. Este documento se entregó en la Presidencia a inicios de 2019 con copia para todas las instituciones involucradas.
En mayo de aquel año tomó posesión como Secretario de Medio Ambiente, Víctor Manuel Toledo, un académico, ecologista y miembro de la Demanda colectiva. En noviembre de ese 2019 suspendió los permisos para la importación del glifosato, un herbicida ligado al 70% de los transgénicos que se usan en el mundo. De inmediato las empresas y los grandes productores agrupados en el Consejo Nacional Agropecuario, comenzaron a reclamar esta acción, argumentaban que sin este herbicida no habría la producción necesaria para alimentarnos. Ante ello, el Presidente López Obrador pidió que se hiciera un decreto para prohibir esta sustancia y junto a ello, el maíz genéticamente modificado.
Después de mucha tensión y la renuncia del Dr. Toledo a la Secretaría de Medio Ambiente, se designó a la MC. María Luisa Albores como Secretaria. Ella asumió este compromiso y se continuaron los arduos trabajos para dar a luz a este Decreto, con la colaboración del Conacyt, con la Cofepris y la Sader se logró el documento, que fue publicado el 31 de diciembre de 2020.
El Decreto establece una serie de objetivos fundamentales tanto para la sustitución gradual del glifosato, como para la eliminación del maíz genéticamente modificado, en particular en el artículo Sexto señala “la medida especial de protección al maíz nativo, la milpa, la riqueza biocultural, las comunidades campesinas, el patrimonio gastronómico y la salud de las mexicanas y los mexicanos”.
Hoy no podemos negar que con el Decreto queda sentada con claridad una postura de este gobierno a favor de la salud humana y del ambiente. Además, se abre una robusta agenda que deberá llevar adelante tanto, las instituciones gubernamentales, como la sociedad civil. Quienes realmente hemos dado pasos para impedir la apropiación de nuestra riqueza biocultural, sabemos que esta ha sido una larga lucha que deberá seguir, pues las amenazas siguen con nuevas tecnologías o formas de apropiación de esta riqueza. Hemos aprendido también que el enemigo es poderoso y que es necesario hacer alianzas, como lo hace la milpa en el campo. Requerimos de mucha imaginación y trabajo creativo para seguir tejiendo la red de todas aquellas personas interesadas en preservar nuestra riqueza y dar los pasos necesarios para lograr una producción nacional de maíz libre de transgénicos.
El Decreto, sin duda, abre la puerta para seguir construyendo un mejor México con alimentos nutritivos, suficientes y de calidad y con la conservación de nuestra diversidad biocultural y sobre todo de nuestra planta madre, el maíz, acompañado de los cultivos que son con los que crece y se ayuda en la milpa. •