Fisiología de la lactancia y su impacto neurológico
La lactancia materna se considera el alimento ideal del lactante. La Organización Mundial de la Salud recomienda que todos los bebés sean amamantados durante dos años o más, de manera exclusiva los primeros seis meses. El acompañamiento adecuado de la familia, la comunidad y los profesionales de la salud durante esta etapa son la clave para el éxito.
Para entender acerca de esta maravilla de la naturaleza les comparto cómo funciona la lactancia, a la cual le llamamos fisiología. El humano (Homo sapiens) es una especie de animal mamífero del orden de los primates, la familia hominidae. A los mamíferos nos caracteriza tener glándulas mamarias productoras de leche con la que alimentamos a nuestras crías. Sí, como los mamíferos lo hacen: los changos, las jirafas, las ballenas, los ratones, los elefantes y la interminable lista de ellos que hay sobre la Tierra. Y cada especie tiene una leche que la hace especial.
Durante los primeros años de vida, en niños y niñas, la glándula mamaria es inmadura y pequeña. En la pubertad, las hormonas femeninas producidas en los ovarios (estrógenos y progesterona) favorecen el crecimiento del pecho, además de los otros cambios en esta etapa. El desarrollo de la glándula mamaria precede la menstruación. Y en el embarazo, el papel fundamental de las hormonas, particularmente estrógenos, estimulan el desarrollo y la maduración de la glándula mamaria que la preparan para producir leche.
El embarazo sigue su curso y el bebé va creciendo en el útero de la madre. Y cuando nace, gracias a la prolactina, se inicia la secreción de leche. El parto natural siempre facilita este proceso, pero sucede también cuando el nacimiento es por cesárea. Aquí entra en juego la oxitocina, conocida como la hormona del amor, que no sólo aparece en la lactancia, sino en otros momentos que generan placer y felicidad. El mejor estímulo para que la prolactina y la oxitocina hagan su trabajo, es la colocación del bebé en el pecho de su madre desde el momento del nacimiento. Esta cascada hormonal, además de permitir un enamoramiento hacia la cría y facilitar el maternaje, cumple un papel fundamental en la salida del calostro y luego en la producción de leche. El contacto piel a piel y el parto son facilitadores de la lactancia.
La succión constante y efectiva de un bebé en el pecho de su madre es esencial para la producción de leche requerida. Por ello, en “Los 10 pasos para una lactancia exitosa”, la Organización Mundial de la Salud recomienda que madre y bebé se encuentren juntos día y noche, a fin de que el lactante vacíe el pecho continuamente (mínimo 8 tomas y hasta 12 o 15 en 24 horas), generando la necesidad de producir más leche. La mujer debe ofrecer el pecho a su bebé a las primeras señales de hambre, asegurarse de que la toma bien, al escuchar cómo traga de manera constante. Incluso, puede cerciorarse de que está comiendo adecuadamente si diario y varias veces hace pipí y popo, está contento, tranquilo y va ganando peso.
Los primeros días la madre produce calostro (hasta el día 3 o 5), un líquido espeso, amarillento, en poca cantidad y rico en anticuerpos, donde el niño obtiene las defensas esenciales contra muchas enfermedades.
Al tercer día, máximo al quinto, y sobre todo si hay una succión efectiva del bebé al pecho, se desencadena el cambio del calostro a la leche de transición, y a los siete días de vida llega la leche madura.
La permanencia del nuevo ser humano con su madre durante el día y la noche favorece una adecuada succión del pecho y mantiene la producción de leche. Incluso, en caso de gemelos, la producción aumenta con base en esta doble demanda.
Dentro de estos principios, podemos entender la maravilla de la lactancia, cómo se prepara el cuerpo y es capaz de establecer una producción de leche constante para el bebé, adaptada a sus necesidades durante cada etapa.
Otra de las maravillas de la leche humana es el impacto neurológico en el lactante amamantado. El cerebro del recién nacido representa 10% de su peso total y aproximadamente dos terceras partes de las calorías que proporciona la madre al comienzo de la lactancia se encargan de favorecer el crecimiento de este órgano, que participa en la regulación de nuestro cuerpo.
Los ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga se depositan principalmente en el cerebro y la retina, y están involucrados en la conexión neuronal y la reparación en caso de daño. Algunas otras sustancias contenidas en la leche intervienen en el desarrollo del bebé, como la colina, que se ha relacionado con el aprendizaje, el comportamiento, los ciclos del sueño y la memoria.
Además del impacto positivo de la leche materna en el sistema neurológico y el neurodesarrollo, la cercanía con la madre y la interacción también resultan fundamentales en el desarrollo de un bebé. En síntesis, lactar aporta una serie de beneficios para su protección y su área cognitiva. •