Sin duda, en años recientes se han tomado medidas para promover la lactancia materna (LM), como resultado de la iniciativa Hospitales Amigos del Niño, que implementó 10 pasos para una LM exitosa (Organización Mundial de la Salud y el Fondo de las Naciones Unidades para la Infancia, México, 2015). De igual modo, se han realizado algunos esfuerzos a fin de ofrecer mayor capacitación al personal de salud para atender y asesorar a las mujeres sobre su ejercicio y los beneficios que brinda esta práctica desde la primera media hora posterior al alumbramiento.
Así lo muestran los datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2014, donde se destaca que a escala nacional, 91.4% de los (las) hijos(as) nacidos(as) vivos(as) de las mujeres de 15 a 39 años tienen LM, mientras que no hubo ésta en sólo 7.8% porque las mujeres nunca tuvieron leche (33.4%), porque la rechazó el o la infante (25.9%) o porque ellas estaban enfermas (14.2%). Según la ENADID, recibir leche materna, aunque sea una vez, implica que el (la) infante tuvo LM.
En estas estrategias para apoyar la LM están presentes los discursos del beneficio nutricional y de salud para el (la) infante y la madre. Se ha entendido su importancia para que la madre logre recuperar el tamaño original de su útero, auxiliando en la prevención de hemorragias posparto; que le ayuda a perder el peso ganado durante el embarazo; que es un factor protector contra osteoporosis, cáncer de seno y ovario; que es un eficaz método anticonceptivo natural, al menos en los primeros seis meses posteriores al parto.
También se ha informado que la LM ofrece al bebé todos los nutrimentos, vitaminas y minerales necesarios para su desarrollo inmediato y posterior; que tiene más probabilidades de sobrevivir debido a los anticuerpos que contiene este alimento, los cuales protegen de enfermedades como la diarrea y la neumonía, principales causas de morbi-mortalidad en la infancia, y que hay menor propensión a largo plazo no sólo a padecer sobrepeso y obesidad sino también diabetes tipo 2 de quienes fueron amamantados(as), como lo documentaron la OMS y la Organización Panamericana de la Salud en 2015 y 2014, respectivamente.
Por si fuera poco, la LM óptima (es decir, exclusiva al menos por seis meses y de mayor duración) permite alcanzar un mejor desempeño en pruebas de coeficiente intelectual en infantes y adolescentes, mayores logros educativos y menores trastornos educativos promedio, según lo señalaron tanto investigadores como P. L Britto y sus colaboradores en el Comité Directivo de la Serie The Lancet de Desarrollo en la Primera Infancia.
No obstante, a propósito de estos últimos resultados, en México aún quedan por comprender y trabajar con mayor profundidad la conexión entre el nacimiento y el amamantamiento, en cuyo foco se observen más beneficios de la LM en la relación entre madre-hijo(a)-comunidad y la salud psicosocial.
La mujer debe ofrecer el pecho a su bebé a las primeras señales de hambre, asegurarse de que la toma bien, al escuchar cómo traga de manera constante. Existe suficiente evidencia científica que demuestra que la LM representa un periodo crítico y sensible para adaptarse al medio ambiente y dará cuenta de las condiciones de salud física, psicológica y mental de las personas durante el resto de su vida. Igualmente, se ha comprobado que el apego es significativo en el proceso de construcción de la personalidad. La primera relación que se establece con la cuidadora constituirá la más importante de la vida. El apego regula el sistema emocional que forma parte de los primeros sentimientos de seguridad, afecto y confianza, o bien de inseguridad, abandono y miedo.
Recientemente, en México la práctica de la partería llamada profesional empezó a luchar a fin de ser adoptada por el sector salud. Se trata de profesionales de la salud que pueden no responder a la hegemonía medicalizada que ha impreso el seguimiento y la atención del parto y puerperio, caracterizados por escindir las relaciones de apego entre las madres y sus hijos. Este modelo de partería busca no sólo destecnologizar el seguimiento perinatal y la atención del parto fisiológico, sino recuperar el respeto y la confianza en la sabiduría de la mujer, la calidez del cuidado y el acompañamiento, la comprensión del sentido de nuestra naturaleza mamífera.
Implica, por ende, recobrar la lactancia materna inmediatamente al nacer y la construcción del apego, entre otras prácticas, lo cual sin duda fortalecerá los vínculos de maternaje (es decir, las capacidades de la madre como colocarse en el lugar del bebé e identificarse, percatarse de lo que el bebé necesita y estimular y calmar al bebé) y promoverá mejores condiciones de salud bio-fisio-psico-emocional-social-cultural de la población venidera. •