sí como hay gobiernos democráticos, también puede haber economía democrática; el Presidente de la República nombró hace poco a la maestra Tatiana Clouthier Carrillo, secretaría de Economía. Con ese nombramiento, Morena perdió la oportunidad de tener una candidata de unidad para el gobierno de Nuevo León, con muy amplias posibilidades de triunfo y se abrieron las puertas a una candidatura rechazada por la militancia y vista con recelo por un amplio sector de los electores del estado norteño. Así son las cosas y esos son los riesgos de una política de alianzas y encuestas.
Pero, como enseña Maritain, hay un doble progreso contrario en el correr de la historia; el nombramiento es, nacionalmente, un elemento de equilibrio, llega una titular bien aceptada, dispuesta a servir a México y a enfrentar, en plena pandemia, los retos crecientes de la producción y circulación de la riqueza y de su justa distribución. A quien esto escribe, da la oportunidad de reiterar algunas consideraciones sobre el tema y algún comentario sobre la nueva secretaria de Estado.
El panorama que le espera no es fácil, la Ley Orgánica de la Administración Pública, en su artículo 34, enumera las muchas funciones del ministerio a su cargo; nada menos 35 incisos, incluidos dos de aprobación posterior. Los primeros, constituyen un amplio abanico de las obligaciones y facultades a cargo de la secretaría; los de la primera fracción son estos: formular y conducir las políticas generales de industria, comercio exterior, interior, abasto y precios del país, con excepción de los de la administración pública federal
. La fracción segunda enumera: regular, promover y vigilar la comercialización, distribución y consumo de los bienes y servicios. El resto de la norma se refiere a muchos otros: agricultura, ganadería, bosques, minas y pesca; comercio exterior, aranceles, precios, calidad, fomento y varios más.
La nueva secretaria, como quien esto escribe, fue durante algún tiempo, militante del Partido Acción Nacional; es universitaria, licenciada en lengua inglesa y con una maestría en administración pública. Aun cuando nació en Sinaloa, es neoleonesa de corazón por vivir y participar en el industrioso estado por largo tiempo; en las elecciones de 2018 ganó una diputación federal por Morena y en el Poder Legislativo demostró autonomía de criterio y capacidad.
Se incorporó a Morena como coordinadora de la campaña presidencial del candidato Andrés Manuel López Obrador y tuvo un desempeño eficaz al que imprimió un estilo muy personal, de sencillez y franqueza; demostró habilidad en los debates en los que participó y también su eficiencia al participar en las giras de campaña y los actos proselitistas.
Al ser nombrada, le encargan en especial las relaciones con los empresarios; así, en general, y la opinión pública, al menos así me parece; piensa que sólo se trata de entablar buenas relaciones con la empresa privada, con los personajes de las grandes inversiones y de los negocios, que en su conjunto tienen mucho peso, poder e importancia nacional, considerados colectivamente como uno de los más importantes grupos de presión ya que sus inversiones, los empleos que crean y los capitales que mueven, tienen un peso específico que puede ayudar pero que también puede provocar descalabros y tropiezos a la Cuarta Transformación. Menuda encomienda.
Sin embargo, no podemos olvidar un detalle, que la Constitución reconoce que en México adoptamos un modelo de economía mixta; aquí coexisten bajo la protección de la ley, tres sectores que deben convivir, dialogar e integrarse unos con otros; el sector privado, muy poderoso y frecuentemente abusivo e injusto, también en muchas ocasiones, solidario con el interés nacional; a su lado, el sector público, dentro del cual se encuentran las áreas estratégicas de la economía, herramientas para defendernos en el proceloso mar de la globalidad, donde en un descuido, el pez grande se come al chico y el sector social. Un gobierno de centro izquierda apuesta al rescate de este último, abandonado por el neoliberalismo.
El sector social tiene, en teoría, una importancia capital, aun cuando en la práctica ha sido olvidado y abandonado a su suerte; está constituido por las formas ancestrales de la propiedad agraria: tierras y bosques comunales y ejidos; forman también parte de él las diversas formas de la empresa cooperativa, cuya característica es que en ella no hay una separación entre el trabajo y el capital; los trabajadores son también los dueños de los medios de producción y, por tanto, en este tipo de empresa no existe la disputa por lo que Marx llamó la plusvalía y de la cual el trabajador que la crea, es despojado.
Esperamos de una nueva política económica, un equilibrio y una coordinación entre los tres sectores que nuestra Constitución reconoce y un apoyo especial a la economía solidaria, tan necesaria para cumplir con el propósito de gobernar en bien de todos, pero primero los pobres.