Chimoré. “En este aeropuerto dijimos ‘volveremos siendo millones’. Y ahora somos millones, hermanos y hermanas. Ahora tenemos que devolver la dignidad y la soberanía al pueblo boliviano”, proclamó ayer Evo Morales desde la terminal aérea de Chimoré, a un año de su partida al exilio, donde fue aclamado por una multitud que aguantó la lluvia.

El líder indígena volvió al aeropuerto del que el año pasado salió en un avión mexicano tras renunciar a la presidencia obligado por las fuerzas armadas, en medio de protestas alentadas por la ultraderecha que se saldaron con 36 muertos, y de acusaciones de fraude en los comicios que le daban el triunfo para un cuarto mandato, mismas que fueron avaladas por la Organización de Estados Americanos sin que se presentara una sola prueba.

Decenas de miles de personas ovacionaron a Morales en esta localidad central, bastión cocalero, tres días después de que el líder indígena regresó a su país y recorrió los pueblos más significativos de su vida.

En un año nunca me sentí abandonado, admitió en este poblado de la zona del Trópico de Cochabamba, al referirse al tiempo que pasó fuera de Bolivia tras refugiarse brevemente en México y luego en Argentina.

El ex presidente volvió a acusar a Estados Unidos de provocar el golpe de Estado en su contra, al evocar un interés de Washington en el litio que posee el país.

El presidente Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MAS), iba a asistir a este acto, pero el ex mandatario explicó que el gobernante estaba en pleno proceso de organización de la gestión pública.

El líder indígena, quien gobernó el país entre 2006 y 2019, indicó: esta mañana conversamos para no equivocarnos en la designación de autoridades.

Arce ha sido criticado debido a su relación con Morales y le han cuestionado si podrá librarse de su influencia. El gobernante, electo con 55 por ciento de votos en los comicios del 18 de octubre, se ha mostrado cauto, pero advirtió: no vamos a estar a la sombra ni a hacer caso a todo lo que nos diga a la oreja el compañero.

Los presidentes del Senado, Andrónico Rodríguez, y de Diputados, Freddy Mamani, recibieron a Evo en una celebración con cantantes, bailes y música folclórica.

Con este acto, el líder indígena cerró el viaje de una caravana de un centenar de vehículos que atravesó a gran velocidad mil 200 kilómetros por carreteras construidas en su mayoría durante su mandato.

También es aquí donde forjó su liderazgo como líder sindical de los cocaleros.

Por la tarde tuiteó: No soy vengativo, no vuelvo para vengarme de nadie. Políticamente, jamás vamos a buscar venganza porque venimos de la cultura de la paz, y siempre hemos trabajado por integrar a quienes tienen diferentes ideas. Los temas jurídicos corresponden a la justicia.

Al igual que Chimoré, cada lugar que visitó está cargado de gran simbolismo: Uyuni y el Salar que busca transformar en la capital del litio del planeta; Orinoca, la localidad que lo vio crecer.

Miles de campesinos y mineros, casi todos indígenas, lo esperaron durante horas por los distintos pueblos que atravesó la caravana. Vestidos con trajes tradicionales bailaban y ondeaban la whipala, bandera de siete colores que representa a las comunidades andinas.

Con 11.5 millones de habitantes, 34.6 por ciento de bolivianos vive en pobreza. En un contexto cada vez más crítico por la pandemia del Covid-19, los bolivianos quieren repetir el milagro económico del gobierno de Morales, quien con Arce como ministro de Economía logró un crecimiento histórico y una reducción de la pobreza de 60 a 37 por ciento.