l pasado miércoles, a los 63 años de edad, falleció el guitarrista y compositor sudcaliforniano Daniel Tuchmann. La noticia conmovió al medio artístico local y nacional al trascender que el deceso fue a consecuencia del Covid-19. Sus familiares lo confirmaron en redes sociales y la prensa de la entidad destacó: Baja California Sur se queda sin uno de sus más emblemáticos músicos.

Daniel Tuchmann fue sin duda un músico que dejó escuela, su forma y técnica limpia de tocar la guitarra en diferentes géneros musicales le hicieron único. Fue para el rock y el blues lo mismo que para la trova y música caribeña. Prestó sus habilidades de guitarrista a diversas agrupaciones musicales, así como a connotados cantantes. Compuso canciones, música para planetarios y fue un acucioso investigador sonoro.

Siendo muy joven y ya con un amplio dominio de la guitarra (acústica y eléctrica) viajó de su natal La Paz a la Ciudad de México para estudiar composición y arreglo en la Escuela Nacional de Música de la UNAM. Ahí se mantuvo cerca de tres años abandonando los estudios al darse cuenta que su proyecto de vida no avanzaría, que lo suyo iba por otro camino, que era otra su ambición: A muchos se les olvidó por qué habían entrado a la escuela, por qué querían crear. De repente te encontrabas con que estabas haciendo música de gente que murió hace 200 o 300 años y no la tuya.De manera que en ese empeño peligra tu proyecto personal, solía comentar.

Decidió entonces irse por la libre: incursionó en la escena del rock y en la de la canción. Formó parte del grupo Machete con el que ganó un concurso de bolero. En esta etapa de su vida tuvo oportunidad de conocer a cantantes de la talla de Tania Libertad, Óscar Chávez, Betsy Pecanins, Eugenia León, Gabino Palomares y Amparo Ochoa. Con esta última llevó a cabo giras por casi toda la República Mexicana, en donde él era el guitarrista principal.

Su voluntad y mentalidad abierta le llevaron a experimentar con los ritmos afroantillanos siendo parte de agrupaciones de esos géneros como Son de Merengue y la banda de salsa, Trabuco. También hizo alianza con el grupo Tránsito con el que trabajó una serie de canciones propias entre la que destaca La última neurona que fuera tomada como himno generacional.

Invitado por la discográfica BMG Ariola para ser parte de la serie Nueva Canción, Daniel entró al estudio de grabación y logró un álbum que llevó como título la emblemática Última neurona. En este LP que grabó como solista, el cantautor consolidó éxitos como Laura, Hace común año, que compusiera con Gabino Palomares y Al alimón con Óscar Chávez. Incluyó también tres poemas de Edmundo Lizardi, a los que puso música: Bella fugitiva, Una palabra y Aventurero y paria.

Días promocionales de conciertos y entrevistas le ampliaron las referencias y poco a poco se fue dando a conocer como cancionista. La trayectoria del músico sudcaliforniano se extendió. Con frecuencia viajaba al sur de Estados Unidos al encuentro con seguidores que tenía en esa región, en donde interpretaba canciones propias y de la época de oro del blues y rock que hicieran famosas Carlos Santana Jerry García y Jefferson Airplane, entre otros.

Daniel comentaba que realizaba largos viajes al interior del desierto sudcaliforniano en busca de conocimiento e inspiración lo que le llevó a hacer música para planetarios como la entregada al de Baja California.

En un momento de su vida tomó la decisión de migrar del país. Pasó varios años viviendo en Irlanda y Bélgica; posteriormente se mudó a California, donde vivió en Berkeley, para al final asentarse en la ciudad de Oakland.

Hasta el final de sus días, Tuchmann se mantuvo activo tocando en pequeños bares de Oakland o La Paz, con la calidad que le caracterizaba.

Tuchmann fue una pieza clave en la escena musical de nuestro país y hoy que se ha marchado le recordamos como tal, como el gran músico que fue. No puedo imaginar otra cosa.

marquezernesto@yahoo.com