o obstante han transcurrido 21 años de la muerte de Stanley Kubrick, su cine sigue siendo objeto de fascinación y estudio. Sólo filmó 13 largometrajes en una carrera de cinco décadas, pero fueron suficientes para generar una mitología propia. Por lo mismo, se han producido varios documentales para tratar de explicar su asombrosa obra, siendo el más reciente el titulado Kubrick by Kubrick, del francés Gregory Monro.
A diferencia de otros trabajos, el de Monro tiene la ventaja de estar vertebrado por las entrevistas que a Kubrick le hizo el crítico francés Michel Ciment, autor de uno de los libros definitivos sobre su ilustre filmografía. Según se sabe, el cineasta era muy dado a recluirse y renuente a conceder entrevistas. Aceptó las largas sesiones con Ciment porque encontró en el crítico a alguien que comprendía su obra. Que oigamos a Kubrick hablando de viva voz sobre su cine es el elemento más atractivo del documental.
Por otra parte, Kubrick by Kubrick es demasiado breve (dura poco más de una hora)
En la sección dedicada al cine latinoamericano, el festival de Chicago ha programado Casa de antiguidades, opera prima de Joao Paulo Miranda Maria. Sirva su sinopsis publicitaria para aclarar de qué trata: “Cristovam (Antonio Pitanga), un negro del norte brasileño, trabaja en una fábrica lechera en una antigua colonia austriaca de Brasil. Él se siente solitario y marginado por las diferencias culturales y étnicas. Un día descubre una casa abandonada, llena de objetos que le recuerdan sus orígenes…”
Nada de esa información es evidente al ver la película, que es lenta y enigmática al punto de la incoherencia. Casa de antiguidades fue seleccionada por el festival de Cannes, exhibida antes en Toronto y San Sebastián, lo cual significa que tuvo la oportunidad de dejar perplejos y aburridos a varios espectadores internacionales.
En tanto, el documental Transocéanicas pertenece al género epistolar, ya que ilustra la comunicación entre dos cineastas, amigas íntimas, la argentina Lucía Vassallo y la catalana Meritxel Collel. El asunto podría haber tenido interés si ambas hubieran sido más modestas en sus aspiraciones. Sin embargo, ambas han optado por una vena poeticoide, con muchas tomas trabajadas al borde de lo abstracto, para hablar de su amistad, sus aspiraciones existenciales y cinematográficas.
Así tenemos hartas escenas de interés botánico (copas de árboles, plantas, flores), retratos de personas no identificadas y paisajismo. La narración de las cartas está resuelta con subtítulos en inglés, con lo que se perdieron los modismos y acentos de una y otra. La sensación final es de asomarse a asuntos privados que debieron quedarse así.
Twitter: @walyder