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Las discotecas en Italia, alegres máquinas contagiosas; pese al riesgo, celebraron el Ferragosto el fin de semana

El gobierno y regiones, divididas en cuanto a que se mantengan abiertas

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▲ Estas jóvenes bailan en la playa en Fregene. Pese a las invitaciones de un diyéi, no usaron los cubrebocas ni acataron otras medidas sanitarias.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Lunes 17 de agosto de 2020, p. a11

Roma. ¡Pónganse las mascarillas!, repitió constantemente un diyéi micrófono en mano, pero a los asistentes les dio igual. En Kiki, discoteca de Ostia, popular balneario a las afueras de Roma, el coronavirus parece lejano, aunque está muy presente.

Es una noche para cincuentones en Kiki, una de esas discotecas a cielo abierto, a 20 minutos en tren de la capital, las consignas son conocidas: cubrebocas obligatorio, bailar solo y a más de un metro del vecino. Pero ¡al diablo!, ríe Claudio, barriga prominente y camisa abierta con pelo en pecho.

Con su cubrebocas en el bolsillo, baila solo, no tanto por respetar la distancias, sino porque sus amigos charlan al lado. Tratamos de tener cuidado, afirmó sin mucha convicción.

Junto a Claudio, los 200 o 300 clientes de Kiki juguetean al ritmo de la música electrónica. Muchos sin mascarilla, ligan, ríen o encadenan los gintonics. Se rumorea que vendrá la policía. Los camareros y el diyéi consiguen al final que todo el mundo se cubra la boca y la nariz.

De todas formas, el gobierno se prepara para cerrarlo todo, aseguró Claudio.

Mientras la amenaza de una segunda ola se precisa en varios países de Europa, y que España cierra sus discotecas, una Italia relativamente a salvo por el momento, intenta, a su manera, controlar este rebrote estival en pleno Ferragosto, el sacrosanto fin de semana del 15 de agosto.

Este año no habrá los tradicionales baños de medianoche ni fuegos artificiales en la playa por el Covid-19. Mientras tanto, el gobierno y las regiones forcejean por la espinosa cuestión de las discotecas, normalmente abarrotadas en este periodo.

El gobierno teme que la vida nocturna, que suele estar a tope en el Ferragosto, contribuya a aumentar los contagios, como ha pasado en España.

En Italia, el asunto es políticamente sensible, ya que cerrar las discotecas en medio de las vacaciones de verano habría sido muy poco popular, en un país que se recupera lentamente de una pandemia mortífera (35 mil 225 muertos) y de un draconiano confinamiento.

Las discotecas cerradas no han sido autorizadas a abrir, para desgracia de un sector que emplea a 50 mil personas en sus 3 mil centros nocturnos, según el sindicato de gerentes de discotecas (Silb).

En cambio, las discotecas al aire libre y los cafés-clubes en terraza pueden funcionar de nuevo, si los alcaldes y los gobiernos de las regiones afectadas lo permiten.

La línea no cambia

Para el gobierno, la línea no cambia aunque hay que dar muestras de prudencia, ya que los contagios aumentan.

Sin embargo, mantener los clubes abiertos es un riesgo serio, reconocen fuentes gubernamentales citadas por la prensa.

Por su parte, las regiones están divididas. Calabria ha ordenado el cierre de todos los lugares de baile, mientras Cerdeña los mantiene abiertos. Véneto y Emilia-Romaña refuerzan las inspecciones y Toscana pide las mismas reglas para todos.

El viernes, se llegó a un compromiso: aplazar el problema unos días hasta que pase Ferragosto.

La semana próxima, trataremos de compartir una elección rigurosa con todas las regiones, prometió el ministro de Asuntos Regionales Francesco Boccia, al considerar inevitable cerrar los lugares de fiesta si las cifras no cambian.

La prensa italiana arremetió contra este arreglo. Los contagios aumentan pero se baila, fustigó el Corriere Della Sera, particularmente crítico con Cerdeña donde bares y clubes se han convertido en alegres máquinas contagiosas.

Para el organismo científico consultado por el gobierno sobre el virus, las discotecas a cielo abierto deben cerrarse, ya que las concentraciones de fiesteros sudados son potencialmente devastadoras e imposibles de controlar.