La región sur del estado de Tlaxcala se ubica en un espacio conocido como la “ciénaga” por su amplia riqueza en el suelo, la abundancia del agua de los ríos y la Malintzi. Esta región, sin embargo, está devastada por acontecimientos interdependientes que afectan a su juventud: por un lado, el declarado desastre socioambiental de la cuenca Atoyac-Zahuapan y, por otro, la trata de personas con fines de explotación sexual. ¿Qué hemos descubierto en estos años de cercanía con la juventud y las comunidades? ¿Cómo hemos abordado estas problemáticas desde la movilización, la organización popular y la reflexión de una ética planetaria? ¿Puede la juventud recuperar su memoria histórica prehispánica, campesina y por la vida?
Explotación sexual, violencia de género, delincuencia, embarazo adolescente, adicciones, falta de empleos dignos, deserción escolar, pérdida del territorio, imposición de modelos culturales colonizadores, urbanización, industrialización están en una cara de la moneda; ritos y símbolos comunitarios, carnaval, fiestas populares, sistemas de cargos por usos y costumbres, ayuda comunitaria y tequio, conservación de cultivos familiares, gastronomía, trueque, nuevas organizaciones juveniles, creación de espacios de expresión, nuevas maneras de comunicarse, iniciativas de la sociedad civil, en la otra; son dos caras de algunos aspectos que permean la realidad de la juventud rural tlaxcalteca.
El contacto con la realidad juvenil, compleja y ambigua, exige asumir el reto de fomentar en las juventudes una ética planetaria. Saber que Tlaxcala ha perdido el 80% de su vegetación, que los procesos de industrialización han traído muerte (graves enfermedades renales, cáncer, contaminación de lo que comemos), que destruyen el ecosistema de manera acelerada, como destruye a las comunidades el proceso de la explotación sexual de jóvenes y niñas y la aspiración varonil a ser tratantes. La ética planetaria, implica una mirada integral del territorio, de los cuerpos, de la solidaridad entre las juventudes para salir de esta ambigüedad y potenciar la identidad campesina, ancestral e intercultural.
Desde el trabajo del Centro de Desarrollo Educativo Zacatelco (CDEZ) se ha generado una serie de acciones juveniles contra la trata de personas y contra el problema ambiental. La complejidad de la cuestión ha implicado la creatividad juvenil con la consigna de que la minoría creativa sostiene a la mayoría masificada. Como la trata de personas tiene muchos componentes en los que se pone en riesgo la seguridad de la población al trabajar la prevención, se optó por formar una red de madres jóvenes promotoras de la prevención de los embarazos no deseados, ya que muchas mujeres jóvenes y en condiciones de vulnerabilidad son coaccionadas, después de ser embarazas. En el caso de los varones, se ha buscado confrontar su aspiración a ser tratantes y la lógica de consumir servicios sexuales, repensando las masculinidades y fomentando el rechazo a la homofobia y la misoginia.
El CDEZ es un proyecto educativo comunitario vinculado a la Iniciativa Popular contra la Trata de Personas que fomenta en las juventudes el voluntariado activo en diferentes organizaciones de la sociedad civil que trabajan migración, género, medio ambiente, poblaciones indígenas, campesinas y discapacidades. Para lograrlo, se ha necesitado hacer encuentros con proyectos interculturales comunitarios del Estado y de otros lugares para que de joven a joven se haga investigación, con metodologías encaminadas a una praxis más identitaria y decolonial.
La movilización juvenil se ha dado en espacios de expresión que no estaban presentes en el imaginario social. Por ejemplo, en los desfiles cívicos la juventud ha mostrado a través del arte su indignación frente a las problemáticas sociales; en redes, se han organizado para mostrar creativamente denuncias y propuestas; con la realización de proyectos se ha cuestionado la memoria, la historia y la identidad confrontando los procesos colonizadores en la vida diaria.
La tarea para resignificar la identidad rural, campesina e indígena de Tlaxcala convive con la ambigüedad de la urbanización y mantiene el reto de la resistencia consciente, para que la idea de éxito capitalista sea cuestionada y se redignifique la visión comunitaria de nuestros pueblos con la viveza y rebeldía de sus juventudes. •