Las juventudes que viven en contextos rurales e indígenas son diversas, se organizan, retoman los saberes de sus ancestras y ancestros, cultivan la tierra, pero también están abiertas para dialogar e incorporar saberes de otras culturas para así continuar la vida en sus territorios.
Este es el caso de las juventudes masewal del municipio de Cuetzalan del Progreso, en la sierra nororiental del estado de Puebla, que han retomado el cuidado y manejo de la abeja nativa sin aguijón (scaptotrigona mexicana), pisilnekmej en lengua nahuat, como una alternativa de ingresos, pero también como una posibilidad de mantener y transmitir el significado simbólico e identitario de esta tradición que tiene sus orígenes en la época prehispánica.
Sumado a lo anterior, en años recientes se han impulsado distintas iniciativas de organizaciones comunitarias de y para las juventudes. Pionera en este impulso es la Unión de cooperativas Tosepan, con la conformación de la cooperativa Tosepan Pisilnekmej, dedicada al rescate y mejoramiento del manejo de la meliponicultura. Más recientemente, la asociación civil Tochan ha impulsado el cuidado de la abeja pisilnekmej visibilizando y valorando la labor de las mujeres en la actividad.
De cualquier manera, organizándose de diferentes formas, siendo cooperativistas o no, el entusiasmo e interés que se ha demostrado por las pisilnekmej nos revela que los jóvenes, mujeres y hombres masewal, tienen un fuerte arraigo con las actividades agrícolas, en este caso las que se desarrollan en el kaltsintan. Las familias masewal suelen tener traspatios, o kaltsintan en nahuat, en donde cultivan huertos de hortalizas nativas o locales, plantas medicinales y de ornato. También suelen tener animales domésticos como gallinas, gallos, guajolotes y ollas de barro en donde se encuentran los panales de las pisilnekmej. En algunas ocasiones tienen milpa o árboles frutales, siendo este un espacio de trabajo y de transmisión de saberes de las mujeres, la niñez y las juventudes, principalmente.
Es así como ante el contexto de precariedad, en una economía rural que deja a las juventudes muy pocas opciones para trabajar el campo y alcanzar un buen vivir, el aprender a cuidar las pisilnekmej ha facilitado un diálogo intergeneracional y ampliado las posibilidades de permanecer en sus comunidades de origen. Varios grupos de juventudes masewal han participado o realizado investigación para obtener conocimientos técnicos de la miel y sus subproductos, han buscado alternativas de mercado para comercializar, darle valor agregado con la elaboración de productos farmacéuticos y cosméticos. Crean posibilidades para diversificar ingresos que complementan a otros a lo largo del ciclo agrícola de la región.
Pero la meliponicultura no solo se está desarrollando como una alternativa económica para las juventudes masewal. También está facilitando una forma para que las juventudes se conecten con su territorio y sus identidades. A través de las investigaciones y las conversaciones con los meliponicultores con más experiencia, frecuentemente abuelas y abuelos, han hablado sobre cómo cuidar la naturaleza y han compartido reflexiones sobre el impacto del cambio climático en la región. Se habla también de la importancia de la miel y las pisilnekmej en el cuidado de la salud. Ya que es curativa en todos sentidos, para los cuerpos, los cultivos, y sana el territorio también.
Hoy además llegó un un problema que las y los meliponicultores mayores no tenían: el robo de las mancuernas de barro. Se ha llegado a conocer que en una noche se pueden llevar hasta 40 ollas. Ante esta problemática las juventudes masewal han organizado actividades culturales, como un concurso de fotografía, talleres y encuentros, en los que se celebra la biodiversidad, las costumbres locales, y además poco a poco se abren espacios para nuevos liderazgos y nuevas formas de imaginar un futuro digno en el campo.
Sin embargo, el futuro es incierto para las juventudes del territorio masewal, ya que en la región existe amenazas al territorio por concesiones mineras, hidroeléctricas, el cambio climático, la delincuencia y la desvalorización de las actividades del campo. Lo que sí podemos vislumbrar es un presente en donde los jóvenes, mujeres y hombres, están preparándose, organizándose y proponiendo estrategias con el sueño de seguir habitando dignamente su territorio. •