18 de julio de 2020 Número 154 Suplemento Informativo de La Jornada Directora General: Carmen Lira Saade Director Fundador: Carlos Payán Velver
 
Milpa de José Espinoza en Paraíso Grijalva, Chiapas. Abril de 2014.

Por nuestras semillas, por la vida, no a la Ley de Variedades Vegetales

Cristina Barros

Estas semanas han sido de gran movimiento entre quienes estamos convencidos y convencidas de que es indispensable estar del lado de la vida. Una iniciativa de reforma a la Ley Federal de Variedades Vegetales (LFVV), presentada por el diputado Eraclio Rodríguez Gómez del partido Morena, nos puso nuevamente en pie de lucha.

Esta iniciativa, como sabe la mayoría de los lectores de La Jornada del Campo, tiene entre sus artículos varios que obligan a patentar las semillas para poder sembrarlas y venderlas. Penaliza con la cárcel, con costosas multas e incluso con la quema de las cosechas a los campesinos y campesinas que usen semillas no patentadas, no facturadas.

Para combatir esta iniciativa tan dañina, que acabaría con la diversificación de las semillas y otras partes vegetativas de la plantas como son los esquejes o las pencas como en el caso de los nopales, junto con la Campaña sin maíz no hay País -que hace poco cumplió 13 años de lucha, así como se cumplieron también siete años de detener gracias a una demanda colectiva, la siembra de maíz transgénico en México- han caminado en estos días muchas organizaciones y personas.

Se abrieron espacios en los medios de comunicación progresistas: editorialistas, conductores de importantes programas de radio, de noticieros, radios comunitarias, diarios y revistas, así como espacios informativos que se trasmiten a través de la red, dieron a conocer los contenidos de esta iniciativa tan lesiva y abrieron posibilidades a distintas voces de la Campaña y de especialistas para explicar y pronunciarse. En la Cámara de Diputados misma un legislador, Porfirio Muñoz Ledo, organizó un importante foro informativo con cuatro mesas de discusión, en las que participaron más de 20 ciudadanos entre los que se encontraban legisladores de distintos partidos políticos, integrantes de organizaciones y especialistas en los temas que tienen que ver con el campo y las semillas. Los investigadores mismos firmaron una importante carta, y se hizo llegar la información a los niveles más altos del gobierno.

La Campaña Sin Maíz No Hay País ha organizado webinarios, se hizo una intensa campaña en las redes a partir de un pronunciamiento, y se reunieron miles de firmas de organizaciones y de personas.

Esto ha sido alentador porque con la movilización se consiguió que no entrara a dictamen la iniciativa de reforma, para luego someterla a discusión en el pleno durante el período extraordinario de sesiones que organizó el poder legislativo a fines de junio. Sin embargo sabemos que esto nos es más que una tregua. Pueden intentar abrir otro período extraordinario en estos meses y ahí dictaminar la iniciativa, o llevarla al período ordinario que se hará en septiembre.

Platillos presentes en la Feria de Semillas en Tlaxiaco, Oaxaca. Octubre de 2011.

No me referiré acá a las argucias con que trataron de “colar” esta iniciativa de reforma, haciendo creer que era indispensable para la firma del nuevo tratado de libre comercio, el T-MEC, lo que era falso. Tampoco me detendré ahora en evidenciar que esta iniciativa atiende los intereses de las grandes empresas trasnacionales que como Bayer-Monsanto, Cargill, BASF y ChemChina-Syngenta, se han apoderado de la cadena alimenticia en el mundo mediante tratados, convenios y leyes a modo: tierras, agua, semillas. Y también favorece a empresarios agrícolas mexicanos, que suelen recibir importantes subsidios del gobierno, muchos de los cuales no siembran para producir los alimentos que podemos comer las mayorías, sino flores de ornato, frutillas y hortalizas para la exportación, así como granos para la industria y forraje para ganado y cría de aves y cerdos que se hacinan en granjas desde las que se han difundido enfermedades como las gripes aviar y porcina.

En esta lucha se confrontan dos maneras de ver el mundo: una que considera a las semillas, a las plantas, como una mercancía, y otra que considera indispensable ir hacia modelos que preserven la vida. El cambio climático y ahora la pandemia del covid-19 son muestra de que se han hecho mal muchas cosas. Vayamos pues juntos, juntas hacia un cambio de modelo. Un modelo en el que, como decía recientemente la activista chilena Lucía Sepúlveda, el alimento sea la salud, la fuente de vida.

Iniciativas de ley como esta reforma a la Ley Federal de Variedades Vegetales o la cfirma de actas como la UPOV91, que debemos evitar a toda costa, nos llevan el hambre y a la dependencia.

Tenemos que construir un modelo que privilegie la vida, la identidad, la soberanía y el respeto por el trabajo campesino. Un diálogo campo-ciudad, un diálogo entre quienes han reunido conocimientos en distintos espacios.

Los pueblos originarios de México han defendido por milenios las semillas, las plantas que domesticaron sus abuelos. Esas plantas son un bien común no privatizable. “La naturaleza no tiene patente”. Unámonos todos y todas en la defensa de las semillas, en la defensa de la vida. •