Viernes 17 de abril de 2020, p. 8
Nueva York. Nunca se había visto una ola de desocupación de esta magnitud en tan poco tiempo en la historia de este país: 22 millones de personas despedidas en sólo cuatro semanas, ahora son más de uno de cada 10 trabajadores sin empleo en Estados Unidos.
Las nuevas cifras semanales de solicitudes de beneficios de desempleo reportadas en la última semana llegaron a 5.2 millones, de acuerdo con el Departamento de Trabajo, y eso junto con las tres semanas anteriores, asciende al total de 22.2 millones desde el 14 de marzo, cuando se establecieron las primeras medidas de cuarentena parcial a escala nacional. Así, se borran casi todos los empleos generados en la última década.
Estas cifras no incluyen a quienes se han quedado sin empleo pero no tienen derecho a beneficios de cobrar el subsidio; ahí se ubican sectores de la economía informales o inmigrantes indocumentados y, por lo tanto, el total real de desempleados por el coronavirus y la respuesta para controlarlo –la cuarentena– son aún más altas.
Este reporte también muestra que casi ninguna esquina de la economía ha sido exenta del desastre con la primera ola hace un mes centrada en los sectores de restaurantes, hoteles, aviación ahora extendiéndose a tiendas departamentales, sectores industriales y de la cadena alimenticia y hasta los medios de comunicación y bufetes de abogados.
El impacto económico de esta crisis también se manifiesta en otros datos oficiales divulgados esta semana, entre ellos el desplome más severo en ventas al menudeo mensuales de 8.7 por ciento, jamás registrado desde que el Departamento de Comercio empezó a medir este indicador hace casi tres décadas. Mientras, el fondo de emergencia destinado a la asistencia federal para pequeños negocios de 349 mil millones de dólares –una medida implementada apenas hace dos semanas como parte del megaproyecto de rescate económico en parte para limitar el desempleo– ya se agotó, después de que más de un millón de empresas fueron aprobadas para recibir estos préstamos.
La Reserva Federal informó que la producción industrial del país sufrió su desplome más grande desde 1946, por 5.4 por ciento.
Economistas están especulando sila crisis llegó a su peor punto, y si continuará la hemorragia económica. Algunos calculan que la tasa de desempleo podría llegar hasta 17 por ciento este mes –de 4.4 por ciento en marzo– y otros no descartan que llegaría hasta 30 por ciento, índice aún peor que el que se sufrió durante la Gran Depresión, esa crisis de hace 90 años.
Analistas señalan que aunque algunos empleos serán rescatados al reabrirse parcialmente la economía, tardará años para que las plazas laborales se recuperen a los niveles previos a la emergencia.
La bolsa de valores se ha transformado en una montaña rusa, entre optimismo y alarma con noticias cada día junto con especulación que se nutre de la incertidumbre.
Pero para quienes la bolsa de valores es insignificante, ya que viven de quincena a quincena sin ahorros –40 por ciento de los adultos no tiene los recursos para cubrir un gasto imprevisto de 400 dólares–, la crisis incluye decisiones aún más graves por necesidades básicas, de tener que optar entre medicinas o alimentos, en algunos casos, y de preocuparse por pagar el alquilertener techo.
Las casas que realizan obras de caridad, dedicadas a dar de comer u ofrecer techo a los más necesitados, continúan informando que nunca han estado tan abrumadas. Según algunos investigadores, la crisis podría disparar la pobreza a cifras superiores a la llamada Gran Recesión de hace sólo 13 años (para los millennials ésta es ya la segunda crisis económica mayor en sus vidas) y podría alcanzar un récord en el último medio siglo, afectando más severamente a minorías y sobre todo a menores de edad, reportó el New York Times.
Antes de esta crisis, economistas y analistas –incluyendo figuras destacadas como Joseph Stiglitz, Paul Krugman y Robert Reich– ya habían advertido de una sociedad marcada por un grado de desigualdad económica no visto desde antes la Segunda Guerra Mundial, y un creciente sector viviendo precariamente con una red de bienestar cada vez más reducida. Los impactos de esta crisis repentina, como siempre, afectarán más a los que menos tienen y los más vulnerables en el país más rico del mundo.