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Pandemia
Algunos aún no asimilan la emergencia sanitaria
 
Periódico La Jornada
Jueves 2 de abril de 2020, p. 6

Ya sea porque no creen en esto del coronavirus o porque lo interpretan como una lección de Dios para que volteemos a ver lo divino y no lo mundano, algunas personas todavía se permiten darse una escapada a parques y espacios públicos de la Ciudad de México no porque tengan que trabajar, sino para relajarse, sin importar la reciente declaración de la emergencia sanitaria.

Para ser un día entre semana, algunas zonas del sur de la capital se ven increíblemente vacías. Es cierto que todavía circulan algunos autos y que hay movimientos de personas por aquí y por allá, pero en general la sensación de vacío comienza a sentirse cada vez con más claridad.

En el Parque de los Venados, apenas unas horas después de que el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, repitiera con un énfasis inusitado: quédate en casa, varias personas aún no han acusado recibo y aprovechan la tarde para trotar, fumarse un cigarro o simplemente sentarse a ver el tiempo pasar.

Una de ellas es Daniela Reyes, empleada de un call-center, quien junto con dos de sus compañeros se relaja en una banca, ajenos todos a los superpoderes de Susana Distancia.

Sinceramente yo no creo en esto, en la situación que está pasando. Con la influenza pasó lo mismo; creo que hay más muertes por diabetes, por hipertensión o por accidentes de carro. La verdad esto como que no me afecta, dice con tranquilidad la joven de 23 años.

–¿Y no te sientes con miedo?

–No. Al contrario. El contacto físico no lo puedes evitar en el Metro y en el transporte. Todos tenemos higiene, pero estas medidas de que no salgas de tu casa, pues tampoco...

En el mismo parque, guareciéndose del sol que cae con fuerza está David, quien trabaja de conserje en un edificio que queda justamente cruzando la calle. En su hora de comida no pudo resistir la tentación de darse un respiro de la cuarentena que vive junto con su esposa y sus hijos en un cuartito de tres por tres que está en la azotea.

Al preguntarle qué piensa del coronavirus, se pone meditabundo y dice: Yo siento que viene de parte de Dios todo esto, para que volteemos a verlo a él y estemos más tranquilos, ¿no? Nos hemos ocupado tanto de otras cosas, que en las espirituales casi no, y siento que por ese lado va. Es un acomodamiento en las etapas de la vida; así lo veo yo.

–¿Hay miedo?

–¡No, miedo no! Todos vamos a eso: lo más seguro es la muerte.

Un rasgo que parece común entre quienes pasean por la calle y se dan tiempo de descansar es el sentimiento de confianza en que van a salir bien librados ante el virus que ha puesto de cabeza al mundo entero, gracias al entrenamiento que nos da a los mexicanos el vivir entre desgracias.

Al quedarse varado en la Ciudad de México, Bernardo, un guía de turistas del estado de Quintana Roo, aprovecha la tarde para tomarse selfis afuera de una parroquia del siglo XVI. Es cierto, dice, el Covid-19 es un peligro real y debemos tomárnoslo en serio… pero tampoco es nada que no hayamos vivido antes, de una u otra forma.

Habría que recordarnos que somos sobrevivientes. Ser mexicano es crecer con todo tipo de malas noticias; a todos nos ha tocado vivir un terremoto, levantarse de entre las piedras, enterrar a tus muertos, llorarles y seguir. Que haya huracanes, que el empleo se caiga, que haya políticos con decisiones buenas o malas. No me siento atemorizado porque es vivir en el punto que hemos vivido siempre, desde hace años.