Miércoles 26 de febrero de 2020, p. 24
El Cairo. El ex presidente egipcio Hosni Mubarak, obligado a renunciar tras un alzamiento popular en 2011, falleció ayer a los 91 años de edad en el hospital militar Gala de El Cairo, informó a la agencia de noticias Afp el general Munir Thabet, cuñado del fallecido.
La familia se encontraba al mediodía en el hospital, agregó el general, quien precisó que la presidencia egipcia será la encargada de organizar el funeral de Mubarak, mandatario de Egipto durante tres décadas.
Desde que fue destituido, el frágil estado de salud de Mubarak fue objeto de especulaciones e informaciones contradictorias que hablaban de depresión, cancer o problemas cardiacos. Su familia indicó que el 24 de enero el ex mandatario fue sometido a una intervención quirúrgica.
Durante su mandato fue un aliado incondicional de Estados Unidos, un baluarte contra la militancia islámica y un guardián de la paz de Egipto con Israel. Pero para las decenas de miles de jóvenes egipcios que durante 18 días de 2011 participaron en protestas callejeras sin precedente en la Plaza Tahrir, en el centro de El Cairo, y en otras partes del país, Mubarak era un faraón moderno.
Se inspiraron en la revuelta de la primavera aárabe en Túnez, y aprovecharon el poder de las redes sociales para congregar a multitudes indignadas por los sobornos y la brutalidad que ensombrecieron su mandato. Al final, con millones de personas en la Plaza Tahrir, en el centro de ciudad de todo el país, e incluso con marchas hasta las puertas del palacio de Mubarak, el ejército que durante mucho tiempo alimentó su poder lo dejó a un lado el 11 de febrero de 2011. Los generales tomaron el control con la esperanza de preservar todo lo posible del sistema dirigido por Mubarak.
Fue el único líder derrocado que fue encarcelado tras la ola de protestas. Fue condenado junto con su exjefe de seguridad en junio de 2012 y sentenciado a cadena perpetua por no hacer nada para impedir el asesinato de unos 900 manifestantes durante la revuelta contra su régimen. Ambos apelaron del fallo y un alto tribunal los absolvió en 2014.
La exoneración sorprendió a muchos egipcios y miles salieron a las calles del centro de la capital para mostrar su descontento con el tribunal.
Un año más tarde, Mubarak y sus dos hijos, Alaa y Gamal, fueron sentenciados a tres años de cárcel por cargos de corrupción en un juicio que tuvo que repetirse. Fueron liberados en 2015 por el tiempo que ya habían pasado presos, y Mubarak salió libre en 2017.