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La artista Lourdes Almeida prepara un fotolibro sobre la violencia en México

En entrevista con La Jornada, lanza: ‘‘hay que atreverse a hablar para liberarnos y sanar’’ // Espera que su obra Vulna motive a muchas mujeres para romper el silencio

Foto
▲ Lourdes Almeida muestra la maqueta del libro en el que trabaja.Foto Cristina Rodríguez
 
Periódico La Jornada
Viernes 7 de febrero de 2020, p. 2

Hay secretos de familia que no son historias bonitas, pero cuando emergen de las sombras pueden transformarse en un rayo de luz que ilumine a las nuevas generaciones.

Esa es la idea que guía el proyecto Vulna, fotolibro en el que trabaja Lourdes Almeida (Ciudad de México, 1952) con el propósito de compartir su historia personal, la cual tiene que ver con el abuso que sufrió de niña.

El tema se hilvana no sólo a las heridas que cargaban su madre, abuela y otras mujeres de su árbol genealógico, sino a las situaciones de violencia de muchos personas en México. ‘‘Hay que atreverse a hablar”, propone la fotógrafa en entrevista con La Jornada, ‘‘sobre todo, para liberarnos y sanar, al menos para comprender de dónde viene toda esa agresividad que padecemos en este país, la cual se genera en el seno familiar”.

Terminar con la negación; ‘‘eso a mí no me pasó’’

Almeida está convencida de que en la vida debe haber empatía, por eso considera que “cuando Vulna resuene, muchas mujeres comenzarán a hablar y a preguntarse cosas, y quizá se podrán evitar las expresiones tan beligerantes hoy de las chavitas contra la violencia”.

Es así como el fotolibro, si bien incluye imágenes de los archivos personales de la artista, invita a cualquiera a hallar su propio reflejo en esas páginas.

‘‘Cada quien le dará la lectura que quiera, por eso no pongo nombres; también para no herir susceptibilidades. Soy un puntito en este árbol genealógico, un puntito que desea limpiar la casa. El abuso se ha dado en muchas generaciones y ahora me veo como sanadora; no quiero hacer daño, pero las cosas se deben hablar, sin echar la culpa a nadie, pero hay que terminar con la negación, con decir: ‘eso a mí no me pasó’ o ‘eso no tiene nada que ver conmigo’.”

La fotógrafa, galardonada en 2017 con la medalla al mérito en la edición 18 del Encuentro Nacional de Fototecas, lleva casi tres décadas enfrascada en el estudio de su genealogía. Sus investigaciones la llevaron a atar cabos. Explica: ‘‘Por ejemplo, ahora entiendo por qué a mi mamá le encantaba subirse a un árbol, donde decía que se sentía protegida porque nadie la encontraba. Ella siempre fue una niña muy solitaria, prefería encerrarse a leer. Ahora sé que fue por el abuso que sufría”.

Vulna se publicará en el primer semestre de este año; ‘‘es un proyecto sencillo, por donde me han llevado mis tutoras Ana Casas y Beatriz Novaro (como parte del laboratorio fotográfico Sinapsis, impulsado por el colectivo Hydra), quienes me sugirieron que no contara todo ni muchos detalles; entonces está quedando un fotolibro muy sutil, donde está reflejado el dolor, pero también esa venda que tenemos en los ojos todo el tiempo.

‘‘Comienza con mi historia y luego incluyo otra similar, la de la mamá de mis nietas, quien también ahora hizo el esfuerzo de escribir su relato, lo cual es muy importante por la violencia que hay ahorita contra las mujeres, pues el silencio la atrae.

‘‘Además, es relevante que se sepa que los abusos sexuales no suceden sólo en familias humildes o promiscuas. La violencia contra las mujeres se da en todos los estratos sociales y económicos, y viene de mucho tiempo atrás.

‘‘Nuestras madres sabían que nos podían lastimar y les faltó hablarnos de ello, mostrarnos su vulnerabilidad. Por eso es importante contar ahora estas historias, como ha hecho ya Elena Poniatowska en su novela El amante polaco. Es bueno que se sepa que los abusos y la violencia suceden también en las familias ricas.”

Si bien el fotolibro todavía no se publica, las personas que saben que Lourdes Almeida trabaja en él se acercan, aún sin conocerla, para decirle: ‘‘yo también”. Por eso,reitera, está segura de que ‘‘ahora es el momento para compartir estos relatos, compartir el dolor. Todos nos identificamos, comenzamos a hablar, y ese es el primer paso para sanar”.