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En Las Mañanitas, los pobres fueron los más fervorosos
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▲ El jueves, el ambiente en la Basílica lo pusieron los danzantes.Foto Jesús Villaseca
 
Periódico La Jornada
Viernes 13 de diciembre de 2019, p. 40

Con música, danzas prehispánicas, rezos y cantos, continuó el festejo por el 488 aniversario de las supuestas apariciones de la Virgen María. La Basílica de Guadalupe estuvo llena de peregrinos hasta la tarde de ayer.

En la que es una de las celebraciones más importante para los fieles en el país, los del fervor siguen siendo las personas de menores recursos: albañiles, taxistas, desempleados, que viajan por días, ya sea en bicicletas, autobuses y a pié, para llegar al templo mariano a venerar a quien, dicen, los mantiene con vida.

Aunque la festividad inició desde el miércoles por la tarde, y tuvo su clímax a la medianoche con la entonación de las tradicionales Mañanitas, ayer continuó el arribo de peregrinos, que se sumaron a los que pasaron la noche en las inmediaciones del recinto histórico.

Según cifras oficiales, del 10 al 12 de diciembre acudieron a La Villa más de 10 millones 600 mil fieles guadalupanos.

Sebastián, originario de Tlaxcala, fue uno de ellos. Llegó al templo mariano la tarde del 11 de diciembre, después de haber caminado por más de dos días y medio, para agradecer que sigue con vida y que su familia está unida. El joven durmió en una casa de campaña que instaló en el atrio de la Basílica, una de miles que abarrotaron ese espacio. Los menos afortunados durmieron en el pavimento protegidos sólo por un cobertor. Ese fue el caso de Verónica, quien junto con sus dos niñas se acomodó en una de las calles aledañas al recinto después de haber rezado para pedir a la Virgen que las cuide. Otros decidieron llegar al templo el día de la conmemoración, como Ericka. Ella entró de rodillas a la Basílica para así rogarle a la guadalupana que sane a su madre, enferma de cáncer, y que su hermano, quien está en el reclusorio, obtenga su libertad.

En La Villa, ayer, los que pusieron el ambiente fueron los danzantes con sus ayoyotes en los pies y manos, que al zarandearlos su sonido fue como el de la lluvia, y los teponaztli tipo tambores. Junto con las bandas de viento, fueron los que más espectadores juntaron.

En calzada de Guadalupe la romería también continuó. Los gritos de los vendedores de imágenes de la Virgen se mezclaron con el bullicio de los peregrinos, rezos, cantos y la música de las fondas.

El cardenal Carlos Aguiar celebró la tradicional bendición de las rosas. En su homilía, afirmó que el desarraigo de la familia es una de las causas por la que vivimos inseguridad y violencia. Por la tarde, la mayoría de los fieles regresó a sus lugares de origen y con ello la tranquilidad de los vecinos de la zona quienes en estos días, como cada año, conviven con el ir y venir de las peregrinaciones.