Apaxco, Méx., La caravana de ambientalistas mexicanos, argentinos y europeos Toxitour México recorrió ayer, sin entrar, empresas cementeras, caleras y de la industria petroquímica en el Valle del Mezquital, en los municipios de Apaxco, estado de México, y Atotonilco, Atitalaquia y Tula, Hidalgo, donde pobladores dijeron padecer enfermedades y daños ambientales derivados de procesos productivos.

En Apaxco y Atotonilco, habitantes acusaron padecer polución por sustancias tóxicas emitidas por cementeras como Holcim, Cemex, Lafarge (del Grupo Carlos Slim) y de las caleras Beltrán.

El ambientalista Refugio Chaveli planteó que en México operan 36 empresas cementeras, ocho de ellas instaladas en Apaxco y Atotonilco. Destacó que utilizan como combustibles derivados de desechos sólidos urbanos, que liberan al medio ambiente furanos, metales pesados, difenilos policlorados, azufre, bióxido de carbono y dioxinas.

Lugareños reprocharon que los pueblos de la zona se hallan bajo una nube tóxica que produce cáncer y leucemia. En Apaxco, frente a Holcim, aseguraron que la contaminación aniquiló el río Salado, que ahora es un canal de aguas negras contiguo a las plantas cementeras.

Mi esposa enfermó este año de cáncer de riñón y mi sobrino tiene cáncer de piel, comentó el colono Higinio León Ángeles, quien exigió declarar Atotonilco pueblo tóxico para hacer visible el problema a escala nacional.

Añadió que Atotonilco, donde se ubica la cementera Cemex, debería denominarse capital del polvo, pues las calles y casas de ese municipio y de Apaxco están cubiertas de polvo blanco emanado por cementeras, lo que perjudica a todo el Valle del Mezquital.

Toxitour México continuó su trayecto en Caleras Beltrán, donde pobladores denunciaron explotación irracional de minas de piedra caliza, sin tecnología para evitar la emisión de polvos y el uso de explosivos que dañan sus casas.

En el parque industrial de Atitalaquia, ambientalistas y vecinos acusaron a la empresa Cargill de sobrexplotar fuentes de agua para producir aceite de maíz.

Acaparadores pagan a bajo costo el grano, 3.50 pesos el kilo, y ellos lo venden al doble, se quejó la activista Carlina García. Destacó que la producción agrícola se está acabando en Atitalaquia por la llegada de empresas que violan normas ambientales y son fuente de contaminación de agua, suelo y aire.

René Romo, presidente de Conciencia Ambiental Queremos Vivir, señaló frente a la planta tratadora de Atotonilco, que recibe aguas negras de la Ciudad de México y su zona conurbada, que ese sitio es la fosa séptica más grande del mundo, y sus residuos contaminados irrigan más de 100 mil hectáreas de cultivos destinados al consumo humano, en una cadena de contaminación constante.

El recorrido concluyó con un foro realizado en Atotonilco, donde pobladores pidieron ayuda, que se divulgue lo que viven, y reiteraron casos de enfermos de cáncer por los químicos nocivos que inhalan o consumen en alimentos.