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Programa running clinic

Volver a correr, ahora con prótesis, nos despierta las ansias de vivir
 
Periódico La Jornada
Martes 3 de diciembre de 2019, p. a12

Yesith Palacios, militar colombiano especializado en explosivos y localización de minas antipersona, terminaba de limpiar una zona infestada de artefactos ocultos bajo tierra en Antioquia, una de las regiones más afectadas con este problema en ese país. Sólo una última revisión para estar seguros y volvería con su compañía para disfrutar de varios días de descanso en recompensa por la misión cumplida.

La zona fue alertada después de que un guerrillero estalló mientras sembraba minas antipersona. El combatiente pisó un artefacto que él mismo había enterrado; murió desangrado, en una mano aún sostenía un explosivo sin activar.

Terminamos esta vaina y nos vamos, fue lo que dijo el cabo Palacios para que pudieran entrar las autoridades a levantar el cadáver. Excavó con la pala un pequeño hueco de seguridad, no encontró nada, parecía una zona estable. Se dio la vuelta para volver al helicóptero que los llevaría al batallón, cuando escuchó cómo activó el detonador de una mina con el pie izquierdo.

No sentí que la explosión destrozara mi pierna, sólo sentí la onda expansiva del estallido: ¡Boom!, recuerda Palacios mientras separa las manos simulando un círculo que se abre; “volé metro y medio; al caer, con los oídos aturdidos, tardé varios segundos en recuperarme y entonces fue cuando vi mi pierna deshecha. Pensé: ‘estoy vivo, sólo fue la pierna’”.

Yesith es un joven alto y musculoso, originario de Chocó, con 29 años de edad y una alegría que contagia. Militar en activo y promotor del uso de prótesis atléticas para personas con discapacidad. Su trabajo como embajador de Running Clinic –un proyecto de inclusión social de la empresa alemana Ottobock, desarrolladora de esa tecnología–, lo convierten más en una especie de activista y motivador, que un acondicionador físico. Eligen candidatos con deseos de practicar deporte y les diseñan su propia extensión; si alguno demuestra aptitudes, pero sobre todo interés en competir, los patrocinan como atletas de alto rendimiento.

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▲ Yesith Palacios es promotor del uso de prótesis atléticas para personas con discapacidad.Foto cortesía de Ottobock

Es domingo a mediodía –soleado como cuando estalló aquella mina bajos sus pies–, en las instalaciones de la Universidad Iberoamericana en la Ciudad de México, donde se realiza la clínica para correr con prótesis. Dos días antes de que se celebre en el mundo el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, Yesith insiste a los convocados que lo más difícil no es asimilar la pérdida o carencia de una extremidad, sino mantener la pasión por vivir. Lo primero se supera, lo segundo –comenta– hay quien no lo encuentra a pesar de tener un cuerpo completo. Me arrancaron la pierna, les dice Yesith; “pero no las ganas de volar.

Compañeros militares en Colombia no lo soportaron, relata Yesith; en un país en guerra desde hace décadas, uno sabe que eso puede pasar, pero no cree que le pueda pasar a uno. Es difícil estar preparado para asimilar algo así; algunos caen en el alcoholismo, las drogas o la depresión. Es duro.

Entre la autocompasión o levantarse todos los días a enfrentar la vida, Yesith cuenta que eligió hacer un balance de lo que le quedaba. Una pierna menos, es cierto, pero en cambio se sentía afortunado por no tener el desenlace de las miles de víctimas de las minas en Antioquia. Según un censo, de 1990 a 2007 hubo 2 mil 368 accidentes con esos artefactos, 281 murieron en el momento de la explosión.

“Al principio toca ver los cambios, ya no caminar igual, yo era muy joven y como a cualquier chico me dolía pensar que ya no les gustaría a las mujeres, pensaba que nadie me iba a querer así, reventadito… ¡qué va! Descubrí que nada me detenía”, remata con una carcajada.

Por eso el proyecto no está a la caza de futuros medallistas en deporte adaptado, sino en cambiar la mentalidad de las personas con discapacidad. Si de ahí sale un atleta de élite, qué mejor. Pero lo importante es despertar en los compañeros esas ansias de vivir que todos hemos sentido cuando hacemos lo que ya no podíamos: volver a correr, dice con los ojos puestos en la pista de tartán.