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Carlos Payán, ‘‘comunista humanista’’; siempre solidario y comprometido

El director fundador de La Jornada se formó en las filas del Partido Comunista Mexicano, destaca Elvira Concheiro

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▲ Carlos Payán en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, en 2013. El periodista ingresó al Partido Comunista Mexicano en 1958.Foto Arturo Campos Cedillo
 
Periódico La Jornada
Sábado 23 de noviembre de 2019, p. 4

En las filas del Partido Comunista Mexicano (PCM) se formó el periodista Carlos Payán Velver, fundador de La Jornada. Ingresó a esa agrupación en 1958 con 29 años de edad, en pleno movimiento de los ferrocarrileros.

Colaboró de manera determinante en varias ediciones de El Machete, órgano de información del PCM y posteriormente dirigió el Centro de Estudios para el Movimiento Obrero Socialista (Cemos).

En abril de este año, en las páginas de la revista Memoria, editada por Cemos, Elvira Concheiro presentó una semblanza de Payán ‘‘comunista humanista”, con motivo del reconocimiento que le hizo al periodista el Senado al otorgarle la medalla Belisario Domínguez.

En su texto, la socióloga recuerda que ‘‘Payán emprendió su labor periodística como proyecto político democrático, con un grupo diverso de amigos, en el momento en que las izquierdas conquistaban espacios de acción y sus voces comenzaban a oírse en lugares que por décadas les fueron vedados.

‘‘En ese momento, la labor simple pero inexistente en el país de contar con una auténtica prensa que simplemente dijera la verdad –como solía decir el fundador de La Jornada– desempeñó un papel fundamental en la lucha por transformar a México en un país democrático, y hasta la fecha es un factor imprescindible en esa tan inacabada batalla.

‘‘Esa obra diseñada y defendida con perseverancia por Payán enseñó a muchos cuán relevante es la honestidad en un país cuyo régimen político hizo de la transa y el robo una eficaz institución. La difícil tarea de combatir el chayote, deleznable institución del periodismo nacional, encontró terco combatiente en el director fundador de La Jornada.

Labor discreta y silenciosa

Carlos Payán, comunista humanista, entiende su filiación ideológica como prolongación de su compromiso con la vida, la solidaridad y la compenetración con quien está en desgracia. Siempre ha sido un político peculiar, pues concibe de suma importancia tal actividad, tan desvirtuada por la cultura priísta dominante en el país, ligada a principios y convicciones y, con frecuencia, prolongación de sus emociones y sentimientos.

‘‘Conserva su sentido de pertenencia con ese pequeño grupo que desde el decenio de 1960 estuvo encabezado por Arnoldo Martínez Verdugo, personaje imprescindible de esa historia comunista de Payán y con quien tejería entrañable amistad. Conmovido por la sencillez y precariedad de los luchadores que, perseguidos y defenestrados, se empeñaban neciamente en cambiar a México, Payán fue siempre solidario y comprometido.

‘‘En el Partido Comunista cumplió de forma discreta, silenciosa diversas tareas, pues por simples que fueran, debían hacerse en forma clandestina, evadiendo la persecución policiaca de que era objeto ese partido. De forma que hay en él una historia desconocida, llevada a cabo con la mayor de las reservas, en forma anónima y sin esperar nada a cambio, que buscó salvar vidas y contribuir a esa lucha, lo cual lo lleva marcado en su manera de aportar hasta nuestros días en las más diversas tareas para construir un país más justo (...)

‘‘Cuando hacia mediados del decenio de 1960 se enteró del asesinato del jaramillista Enedino Montiel, escribió su primer poema publicado. Más de medio siglo después aún recuerda y lo enorgullece el hecho de que haya aparecido en las páginas de la Voz de México, periódico del entonces Partido Comunista Mexicano. Aparece ahora en su libro Memorial del viento:

Lo supe cuando tomaba café / con los amigos. / Me lo dijo Prieto –que dice te conocía– / hecho una furia sin consecuencias, / lleno de un coraje sin resultados. / Me lo contaron mientras bebíamos café / en una cafetería de la ciudad: / ¡Tan sin cuidado! / ¡Pero tan sin peligro! / Me lo contaron entre taza y taza de café / (Tú, para entonces, ya estabas / con la boca entre la tierra.) / Entre la tierra. / De la tierra. / Como si te hubieran sacado de la tierra. / Como si hubieras muerto lleno de raíces: / torturado / despellejado / degollado / entierrado tierradado desenterrado / tierraquitado. / Te mataron en la noche de la patria/ el quince de septiembre del mil / novecientos sesenta y cinco. / ¿Quién gritó primero, Enedino, / Tú o tu mujer / desollada y deshijada al mismo tiempo? / ¿Quién gritaba a la hora de tu muerte: / ¡Viva México!? / De la tierra, Enedino, de la tierra. / Igual que los otros que volvieron / a la tierra. / ¡Tan por ella! / ¡Tan sin ella! / Igual que tú, Enedino, los otros, el otro, / el que soñaba como tú en la libertad / y en la tierra, / el que tenía la mirada tajante / como un cuchillo, / el que mataron con tanta traición / como pudieron./ Y el otro, el último, el más cercano / en el tiempo, / con el que estabas unido desde / la sombra de tus uñas, / el que mataron también / con su Epifania Zúñiga,/ no menos cruel, no menos / cobardemente. / Ya ves, Enedino, / Zapata, Jaramillo y ahora tú. / Tres personas distintas / y una misma muerte, / y una misma traición, / y una misma tierra./ De la tierra, Enedino, de la tierra. / Por la misma Tierra.

‘‘Carlos dirigió muchos años el Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista y participa del comité de Memoria, pues sabe que es parte de lo que queda de su casa política y que aquí se resguarda una memoria que también es suya. Siempre generoso, ha entregado todo su esfuerzo y muchos recursos en sostener este proyecto y difundirlo.”