l talento futbolístico en México es desdeñado y está mal encauzado por la propia Federación Mexicana de Futbol. La selección Sub-17 que comandó Marco Antonio Chima Ruiz en Brasil 2019 tuvo una actuación de matices, con una primera ronda que realmente no prometía mucho; no obstante, el equipo creció en el trayecto y le alcanzó para terminar como subcampeón del certamen, en una categoría que ya es el único orgullo para la afición mexicana.

Más allá de la polémica surgida cuando un silbante está frente a la jugada de presunto penal y no marca nada, la falta cometida por Alejandro Gómez sobre Gabriel Verón –y que tras la intervención del VAR derivó en el 1-1 en la final de Brasilia– sencillamente fue imprudente y el equipo pagó un alto precio. Esos jugadores de rostros imberbes, deshechos en llanto amargo y convulsivo, resultaron un cuadro conmovedor. Recibieron la primera gran lección de sus vidas.

Queda claro que con VAR o sin él, el arbitraje siempre llega con la balanza inclinada hacia el anfitrión. Se vio desde la semifinal, donde con descaro apuñalaron a Francia, el mejor equipo del certamen. El segundo gol brasileño no debió contar. El ex astro galo Michel Platini ya emitió su conclusión respecto a esta herramienta de uso discrecional: El VAR es una hermosa mierda. Habría que agregar: ...y llegó para quedarse.

Con ese antecedente de favoritismo hacia los de casa, el equipo tricolor estaba forzado a salir a buscar un marcador contundente. Sin embargo, también la fase de grupos había dejado en claro que a la plantilla de Ruiz le faltó tiempo para pulir el ataque y que su máxima fortaleza había sido la defensa. Pese a varios titubeos y despistes, México exhibió una zaga mejor coordinada que la Verdeamarela, pero cuando ganaba 1-0 le faltó ir por más, el técnico optó por parapetarse y lo demás es historia.

La derrota (2-1) en la final no impide concluir que México es una potencia en la categoría Sub-17, entonces la lupa se debe colocar para rastrear el camino entre esa edad hasta los 20, 23 años, trayecto en el que la mayoría de los jóvenes se extravía. Las circunstancias personales y familiares de cada jugador inciden más en contra que a favor, pero es total y absolutamente desalentador –tanto para ellos como para la afición– contemplar el obsceno mercado que es la rama de primera división, atiborrada de jugadores extranjeros.

Resulta absurdo que en un torneo del máximo circuito se registren 198 futbolistas foráneos, y que en cada partido solamente jueguen 98, mientras un centenar está ahí cobrando y ocupando una plaza que bien podría adjudicarse a los talentosos jóvenes mexicanos. Ha habido casos inconcebibles como el de Jérémy Ménez y el mismo Nicolás Castillo, jugador de cristal que alinea dos partidos e invariablemente se lesiona.

En un país de 120 millones de habitantes, los directivos y dueños prefieren importar a tientas y a locas, y con el iluso sueño de toparse con un garbanzo de a libra ¡lo hacen todos!, tanto los desesperados, como el equipo Veracruz, hasta los millonarios, como Tigres. Y ahí está Ricardo Tuca Ferretti, a quien le importa un bledo el talento de casa y se la pasa despotricando contra la regla 20/11 que lo obliga a darle minutos a algún joven mexicano.

Ante este panorama, resulta loable el trabajo serio de tres o cuatro canteras en fuerzas básicas. Las Chivas tendrían que optimizar sus métodos para buscar talento nacional, tarea en la que han sido superados por Grupo Pachuca. El fallecido Jorge Vergara lo intentó, fue plausible su iniciativa con las escuelas Educare, para niños sin recursos, pero todo se fue por la borda en 2015 por su oneroso divorcio de la señora Angélica Fuentes.

Murió Vergara y aunque resulta agradable contemplar el reconocimiento que dejó a su paso tras 17 años en el futbol, la realidad es que el equipo Guadalajara hoy está en crisis, que su intento de arrebatarlo al duopolio televisivo es una incógnita. No se sabe hasta qué punto está empeñado en créditos bancarios el patrimonio rojiblanco… Amaury Vergara y demás herederos tienen una enorme responsabilidad sobre sus inexpertos hombros.

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