Cultura
Ver día anteriorJueves 14 de noviembre de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
La Filarmónica de Los Ángeles habla ya venezolano
 
Periódico La Jornada
Jueves 14 de noviembre de 2019, p. 4

Gustavo Dudamel regresó convertido en un maestro sabio, contundente, consumado. Su Bruckner con su orquesta, la Filarmónica de Los Ángeles, queda para la historia. Bellas Artes hervía en júbilo.

Las celebraciones por el cumpleaños número cien de la orquesta angelina, que se cumplen este 2019, incluyen una gira de tres conciertos: dos en el Palacio de Bellas Artes y uno en el Auditorio Nacional.

El inicio del periplo ocurrió la noche del martes con un programa de gala que culminó con la interpretación de la Cuarta Sinfonía de Anton Bruckner y resultados de alarido.

Apenas hace 10 meses dirigió Dudamel una orquesta en Bellas Artes, la Filarmónica de Viena, considerada la mejor en el planeta y el éxito técnico fue formidable, superado ahora con la demostración de poderío, profundidad, discurso y método. La diferencia también estriba en que con la Filarmónica de Viena, Dudamel es director huésped, mientras con la Filarmónica de Los Ángeles lleva 10 años ya como su director titular. Es su orquesta. Su instrumento. Su manera de hablar. La Filarmónica de Los Ángeles habla ya venezolano.

Pudimos ver a un director de orquesta que ya no es el muchacho vivaz, alocado sobre el podio, encantador y diestro. Es ahora un maestro como los de la vieja escuela. Como los grandes.

Diez años le tomó para lograr una hazaña monumental: construir un nuevo sonido para la Filarmónica de Los Ángeles y que es el Sonido Dudamel.

Dictar cátedra

¿Qué otros elementos novedosos ocurrieron en Bellas Artes con Gustavo Dudamel? Primero, el evidente uso de todo el cuerpo, como nunca, para dirigir. Si es un ländler, esa danza austriaca campesina, Dudamel ondulaba sobre la tarima, si un scherzo brutal, el venezolano volaba por los aires, si frases alargadas en todo el cuerpo de cuerdas, el maestro Dudamel dictaba cátedra milímetro a milímetro, nota a nota, punto contra punto.

El elemento distintivo de las sinfonías de Bruckner, denominado acorde, tuvo la noche del martes una hondura que solamente seobservaba en las versiones de Günther Wand para ese repertorio, siendo Wand la máxima autoridad en la materia.

La Filarmónica de Los Ángeles en la era Dudamel ha conseguido surcos gruesos donde las semillas han germinado en tono, tersura, dominio escalofriante de los tempi, profundidad de discurso.

Es por eso que la Cuarta deBruckner que sonó en Bellas Artes queda para la historia. Sin partitura enfrente, como los grandes, dirigida de memoria (by the heart, de acuerdo con el bello término en lengua de Shakespeare), Gustavo Dudamel hizo lo que pocos logran con el compositor austriaco: ofrecer lecturas nuevas, conseguir una versión, una nueva manera de entender el mundo, lo cual es mucho decir tratándose del compositor por antonomasia de la complejidad del sinfonismo.

Nuevo monstruo de la batuta

El programa en Bellas Artes comenzó con Sustain, escrita para la Filarmónica de Los Ángeles por el estadunidense Andrew Norman.

Se trata de una partitura de altos vuelos, literalmente. En ella es evidente el uso de los recursos matemáticos, la repetición exponencial, la acumulación rumbo a la metáfora, al punto que los sonidos en los tutti orquestales causaban sensación contráctil, como un corazón que late, y una geografía visual: como si cobraran vida las formas caprichosas del tronco de un árbol partido transversal: esas figuras concéntricas que denotan el paso del tiempo. O bien: un corte también transversal a la corteza terrestre: vemos/escuchamos los distintos estratos geológicos.

En esta partitura, Sustain, se nota con claridad la escuela formada por uno de los máximos compositores contemporáneos: John Adams, muy cercano por cierto a la Filarmónica de Los Ángeles, lo cual cierra el círculo: esta orquesta posee una mística y una continuidad, demostrada en el repertorio que traen para su gira mexicana: el mismo de su temporada regular en casa, una selección sin concesiones, a diferencia de otras orquestas visitantes que hacen mero turismo.

Gustavo Dudamel se erige ahora no solamente como digno sucesor de Esa-Pekka Salonen, ese otro wunderkind, sino como digno heredero de los gigantes: Otto Klemperer, Zubin Mehta y Carlo Maria Giulini, por mencionar solamente tres colosos que han sido, como ahora él, directores titulares de la Filarmónica de Los Ángeles, catalogada entre las 10 mejores en el mundo.

El mundo tiene a un nuevo monstruo de la batuta, ya con todas las de la ley: Gustavo Dudamel, en plena madurez artística.