El director venezolano ensayó con músicos estadunidenses y mexicanos en el Palacio de Bellas Artes
Jueves 14 de noviembre de 2019, p. 4
La música habló por sí sola, afirmó Gustavo Dudamel al término de su ensayo al frente de jóvenes intérpretes mexicanos y estadunidenses.
El reconocido director de orquesta venezolano dijo a los músicos: ‘‘El sonido tiene que ser concebido desde abajo, viene desde el centro de la Tierra y produce algo aquí (mientras se señalaba el pecho). Están tocando bien, por eso les exijo el siguiente paso”.
Ayer en el Palacio de Bellas Artes, Dudamel estuvo al frente de integrantes de la Orquesta Juvenil de Los Ángeles (YOLA, por sus siglas en inglés) y jóvenes músicos seleccionados de las orquestas Escuela Carlos Chávez y comunitarias y del Conservatorio Nacional de Música (CNM), así como de la Escuela Superior de Música.
Al inicio de la práctica, Adriana Carrillo, alumna del CNM del Instituto Nacional de Bellas Artes, apuntó que los casi 200 ejecutantes en el escenario ‘‘estuvimos trabajando los últimos dos días y esta es una oportunidad de mostrar lo que pudimos hacer con la batuta de grandes maestros”.
Enseguida tocaron la Marcha eslava, de Chaikovski, y Danzón número 2, de Arturo Márquez.
La primera obra se desarrolló con la dirección de Dudamel, titular de la Filarmónica de Los Ángeles e impulsor de la YOLA. Luego vinieron los ajustes. Violonchelos, violas, violines, alientos, percusiones... fueron recibiendo las recomendaciones de uno de los mejores directores de orquesta del mundo.
A la sección de violonchelos les hizo la acotación: ‘‘no es tanto la fuerza, sino la intención; si no, ya perdimos la batalla”, mientras ajustaban su parte de la Marcha eslava. Les contó que una marcha es grandeza.
El tiempo necesita tiempo
Dudamel utilizó onomatopeyas y tarareos para explicar qué esperaba de la ejecución de los casi adolescentes. Mientras, hacía los ajustes de la totalidad de la orquesta, la mitad de la cual provenía de la YOLA. Durante el ensayo objetaba que había una tendencia a correr, en cambio a la interpretación se le podían dar distintos matices pero explicó que ‘‘el tiempo necesita tiempo”.
Cada elemento, cada instrumento era orquestado. ‘‘No escucho el cantabile de las flautas. Yo no entiendo lo que estoy diciendo, pero ustedes lo tienen que entender”, bromeó Dudamel con los jóvenes.
Para la segunda parte, Arturo Márquez condujo su Danzón. Dudamel refirió que tenía 14 años cuando conoció al mexicano y tras ceder la batuta al compositor, tomó un violín y siguió a Márquez, quien también señaló a los ejecutantes algunos puntos por mejorar.
Al finalizar el concierto, Gustavo Dudamel sostuvo: ‘‘estén orgullosísimos de cómo están tocando, pero sobre todo de que lo hacen con el alma y el corazón”. Entre el público, un par de padres asintieron con vehemencia: ‘‘¡Es cierto!” Y prodigaron el aplauso al director, a sus hijos, a los músicos en desarrollo.