Hermosillo, Son., Quiero que haga justicia, soy responsable de los hechos, declaró el indígena yaqui Juan Armando Rodríguez Castro al juez que lo sentenció a 45 años de prisión por el feminicidio de la etnohistoriadora sonorense Raquel Padilla Ramos.

El pasado 7 de noviembre a las 15:48 horas, la investigadora más importante de México en el estudio de la etnia yaqui fue degollada por Rodríguez Castro, su pareja sentimental, en una cabaña en la comunidad El Sauz, municipio de Ures, a 71 kilómetros de Hermosillo.

La noche del lunes pasado, dos agentes ministeriales de la Fiscalía General de Justicia de Sonora presentaron en la audiencia sobre el feminicidio pruebas periciales y siete testigos: tres vecinos, dos policías y dos hijos de la víctima, así como a una traductora de la lengua yaqui, para exponer evidencias que inculparan al indígena, a quien atribuyeron perpetrar el crimen por razones de género.

El sentenciado no expuso sus motivos y se le declaró responsable de feminicidio, por lo que el juez lo condenó a 45 años de prisión sin derecho a beneficio de preliberación, así como al pago de una multa de 143 mil 752 pesos para la reparación del daño moral y material cometido contra la familia de Padilla Ramos.

Juan Armando fue aprehendido a las 17:10 horas del lunes pasado en el Hospital General de Sonora, donde fue atendido por herirse con una navaja de acero de 15 centímetros, con la que asestó 45 puñaladas en el rostro y el cuello a la antropóloga.

Según los policías que recibieron a Rodríguez Castro en el Centro de Readaptación Social número uno, antes del encuentro con el juez hablaba dirigiéndose a Raquel Padilla, y en una celda intentó ahorcarse con una camiseta.

El hijo de Padilla Ramos, de 13 años de edad, fue testigo del feminicidio. Expuso que tras una discusión entre la pareja, Juan le pidió que saliera de la cabaña, escuchó gritos y al entrar vio al hombre de 58 años acuchillando a su madre. Entonces el adolescente solicitó el apoyo de la policía.

Una hija de Raquel Padilla, de 24 años, declaró que la relación entre su madre y Rodríguez Castro era de violencia machista y celos. La obligaba a caminar detrás de él; expresaba ideas antiguas respecto al rol del hombre y la mujer; tenía un comportamiento peleonero y grosero cuando ingería alcohol, declaró la primogénita de la hoy finada.

Según dijo al juez el primer policía respondiente, se encontró al agresor encima de Raquel, postrado sobre una cama y a un costado una laguna de sangre, con la que escribió la palabra perdóname y monosílabos tachados con la misma sangre que derramó la víctima.

El juez preguntó a Juan Armando Rodríguez si era culpable del feminicidio y él respondió: Totalmente, señor.