Martes 5 de noviembre de 2019, p. 19
La tendencia a la baja de la tasa de inversión pública y privada es factor de preocupación y más comparada con otras economías emergentes, así como sus implicaciones para el crecimiento potencial, ya que se combina con una productividad en descenso, manifestó el Banco de México (BdeM).
Javier Guzmán Calafell, subgobernador del BdeM, afirmó que esas tendencias deben revertirse para aprovechar las aún favorables perspectivas demográficas. Alertó sobre el deterioro del perfil crediticio de Petróleos Mexicanos.
Pese a la debilidad de la actividad económica, indicó, los costos laborales unitarios se han incrementado. Esa combinación de factores, apuntó, se ha visto reflejada en la evolución del mercado laboral.
En su ponencia Política monetaria y perspectivas económicas en México, dictada el pasado día primero ante integrantes de la Asociación de la Industria Maquiladora y de Exportación de Tijuana, Guzmán Calafell dijo que la actividad económica se recuperará gradualmente en 2020.
Sin embargo, consideró, la economía enfrenta riesgos a la baja: una desaceleración más pronunciada de lo previsto de la actividad externa, especialmente en Estados Unidos, y un agudizamiento de las tendencias proteccionistas globales.
Adicionalmente, el retraso en la ratificación del T-MEC, un debilitamiento adicional de la actividad industrial global y del sector automotriz, y una revisión a la baja de la calificación crediticia soberana o de la petrolera.
También persiste la incertidumbre asociada con factores internos, como una continua tendencia a la baja de la productividad.
Guzmán Calafell reiteró que la economía continúa enfrentando una situación de elevada incertidumbre y riesgos de consideración.
Recordó que una agencia evaluadora bajó la calificación crediticia soberana a mediados de 2019.
Los principales motivos, agregó, fueron una combinación de posibles efectos negativos sobre las finanzas públicas, derivados del deterioro en el perfil crediticio de Pemex; un panorama macroeconómico débil, tensiones comerciales, incertidumbre sobre las políticas internas y limitaciones persistentes en el ámbito fiscal.
Además, las otras dos principales agencias mantienen una perspectiva negativa sobre la calificación crediticia soberana, mientras la situación financiera de Pemex ha sido motivo de preocupación.
Uno de los principales riesgos se desprende de la posibilidad de una reducción de la calificación crediticia por una de las agencias, lo que la situaría por debajo del grado de inversión.
Esta agencia ha señalado que una baja de la calificación crediticia soberana de México, un apoyo del gobierno a la empresa menor al anticipado, incrementos significativos en la deuda neta de Pemex, un desempeño operativo peor al proyectado o una disminución de las reserva, entre otros factores, pueden resultar en una disminución de su calificación.