Washington. Abú Bakr al Bagdadi, líder del grupo yihadista Estado Islámico (EI), murió en un ataque de las fuerzas militares de Estados Unidos en el noroeste de Siria, informó ayer el presidente estadunidense, Donald Trump.

En un discurso desde la Casa Blanca, el gobernante señaló que las fuerzas estadunidenses mataron a un gran número de militantes del EI y acorralaron a Bagdadi en un túnel, donde éste detonó un chaleco cargado de explosivos.

La redada nocturna en la provincia de Idlib implicó el despliegue de ocho helicópteros que volaron durante una hora desde una base no revelada y contó con apoyo de Rusia, Siria, Turquía, Irak y de los kurdos sirios, detalló Trump. Bagdadi había llevado a tres de sus niños con él dentro del túnel, aseguró Trump. Sin embargo, la presencia de los menores no iba a detener lo inevitable.

Las fuerzas estadunidenses enviaron perros al túnel, fue entonces cuando el líder del Estado Islámico hizo estallar su chaleco.

Llegó al final del túnel mientras nuestros perros lo perseguían. Detonó su chaleco y con él murieron los tres niños, explicó el magnate.

No murió como un héroe, sino como un cobarde, llorando, gimiendo, gritando y llevándose a tres niños con él. Muerte segura. Y sabía que el túnel no tenía salida.

Murió como un perro... como un cobarde.

Trump agregó que los militares estuvieron en el complejo durante unas dos horas.

No perdimos a nadie, piensen en eso, señaló.

No obstante, hubo una baja en el lado estadunidense: Nuestro perro resultó herido, indicó.

Estados Unidos vigilaba a Bagdadi desde hace dos semanas, luego de recibir informes de inteligencia sobre su paradero, que le otorgó Irak. La operación duró cerca de tres horas y acabó con un bombardeo aéreo, contaron testigos.

Trump vio el operativo desde la Sala de Crisis de la Casa Blanca mientras se desarrollaba en vivo como si estuviera viendo una película y comentó que podría ordenar la divulgación del video.

En su apogeo, el EI controló enormes franjas de Irak y Siria en un estado autodeclarado (califato) cuya extensión era mayor que la superficie de Gran Bretaña e impuso brutalmente una versión fundamentalista del islam. Además, el grupo yihadista planeó o inspiró ataques en todo el mundo.

La muerte de Bagdadi es un gran impulso para Trump, cuya decisión de retirar un contingente de fuerzas estadunidenses de Siria provocó temores de una posible reagrupación del EI y le granjeó una andanada de críticas, incluso de sus compañeros del Partido Republicano.

Rusia, por su parte, planteó dudas sobre la muerte de Bagdadi, que ya había sido informada varias veces. “El Ministerio de Defensa no tiene información confiable sobre la enésima ‘muerte’ de Bagdadi”, sostuvo el portavoz Igor Konashenkov en referencia a que desde 2014 se reportó el deceso del líder yihadista al menos en cinco ocasiones.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, tuiteó: es un punto de inflexión en nuestra lucha contra el terrorismo, mientras el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, felicitó a Trump por este impresionante logro.

Boris Johnson, premier británico, calificó esta muerte de momento importante en nuestra lucha contra el terrorismo, pero advirtió que ese combate aún no ha terminado.

Nacido en la ciudad iraquí de Samarra en 1971, y radicalizado por la invasión a Irak en 2003, Bagdadi se proclamó descendiente directo del profeta Mahoma.