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Guardián del patrimonio
C

uando se viaja por México no deja de sorprender las riquezas que hay en todos los rincones: vestigios arqueológicos, arquitectura notable de todas las épocas, tradiciones, museos, archivos. Prácticamente todo eso lo custodia una institución que nació hace 80 años y sigue vital renovándose constantemente.

Hablamos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que se creó en febrero de 1939 mediante el decreto que expidió el presidente Lázaro Cárdenas, en el que se sentaron las bases de una institución que tendría a su cargo las labores de investigación antropológica, histórica y arqueológica, la conservación y restauración de monumentos históricos, además de la custodia, catalogación y difusión de acervos a escala nacional e internacional. O sea, ¡todo el patrimonio! Increíblemente ha realizado con eficacia esa labor titánica en la que participan miles de personas en todo el país.

Hay que señalar que hay una mística en buena parte de los trabajadores del INAH, comenzando por la mayoría de sus directores, que han enfrentado situaciones muy difíciles, tanto por causas de desastres naturales que dañan el patrimonio como por razones presupuestales y políticas.

Los festejos por el 80 aniversario comenzaron con la apertura de la sala de sitio del Museo Nacional de las Culturas del Mundo, sitio significativo con una historia muy ligada al INAH. Aquí nació en la segunda mitad del siglo XIX el Museo Nacional –pionero en el continente americano–, donde se impartieron los primeros cursos de arqueología, historia, lingüística y etnografía al comenzar la pasada centuria. En este lugar en 1942 inició cursos la recién creada Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

En el acto se expuso un amplio programa de actividades: coloquios, conferencias, exposiciones, programas de televisión y radio, entre muchas otras, tanto en la Ciudad de México como en todas las entidades federativas.

Se mencionó la edición de un libro conmemorativo que ya salió a la luz. El magno volumen, tanto por el tamaño como por la calidad del contenido –textos e imágenes–, es una obra indispensable.

Diego Prieto, actual director del INAH, quien lleva una vida en la institución, pues estudió la carrera de antropología en la ENAH, durante 15 años fue director del Centro INAH-Querétaro, fungió como coordinador académico de la investigación sobre pueblos indígenas, se desempeñó como coordinador nacional de Antropología y secretario técnico.

Pocos como él conocen y aman el INAH, lo que se refleja en su trabajo y en el texto que escribe en el libro El futuro de nuestra memoria, que hace un ilustrativo recuento de las principales tareas que ha llevado a cabo el INAH a lo largo de ocho décadas y los retos que enfrenta en los próximos años.

También proporciona datos que permiten apreciar la dimensión de la labor que desarrolla la institución: cuenta con alrededor de 6 mil trabajadores, entre investigadores, arquitectos restauradores, museógrafos, diseñadores, montajistas y promotores educativos; 2 mil 690 trabajadores técnico-profesionales de base y mil 550 eventuales.

Al año realizan más de mil 600 proyectos de conservación, investigación y difusión; atienden una red de 160 museos en todo el país y tienen el registro de más de 58 mil lugares con vestigios arqueológicos y alrededor de 110 mil edificios históricos. En sus 66 bibliotecas resguardan más de 60 mil libros, la impresionante fototeca custodia casi un millón de imágenes y la fonoteca cuenta con más de 18 mil registros sonoros. No cabe duda que, emulando el anuncio de una compañía telefónica, en realidad todo México es territorio INAH.

Se impone ir a brindar por este glorioso aniversario. Propongo ir a algún Cardenal para acompañar la exquisita comida mexicana con el vino que elaboraron especialmente para festejar el medio siglo de vida del restaurante. Cuatro años tardó su elaboración en los viñedos y bodegas de Casa Madero, en el valle de Parras, Coahuila. Vale la pena gozarlo.