Zacatecas, Zac., No hay que demonizar la minería, a pesar de que esta actividad industrial tiene un enorme impacto ambiental negativo en México y el mundo, afirmó ayer María Amparo Martínez Arroyo, directora general del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (IECC), en el país.

Al dictar la conferencia Cambio climático, vulnerabilidad y minería, ante un grupo de investigadores universitarios, estudiantes y docentes reunidos en el Consejo Zacatecano de Ciencia y Tecnología, la funcionaria federal afirmó que es importante que, antes que “estigmatizar a una actividad per se”, es necesario que se involucren todos los actores en torno de este sector económico.

Dijo que es necesario repensar los procesos industriales altamente contaminantes, y mejorarlos con la implementación de alta tecnología e innovación. Destacó que en países como Canadá y Estados Unidos, los procedimientos mineros se realizan de manera limpia y diferente, entonces ¿por qué en nuestro país no se hacen? planteó Martínez Arroyo.

Ante el enorme reto que representa para la humanidad el cambio climático y la contaminación, al referirse a la minería, señaló que es obligado que las empresas asuman su responsabilidad industrial, ética, por encima de sus ganancias económicas.

La investigadora admitió que en el gobierno lo estamos haciendo mal, en primer lugar por no tener las leyes más rígidas, o por no cumplirlas, esa es toda una parte.

Pero también está la parte de la responsabilidad industrial, de la responsabilidad de todos los que tienen una actividad productiva, en donde ya hay otra forma de hacerla, y calcularlo, ahí sí estamos trabajando mucho, para lograr las metas de reducción de emisiones, y conseguir financiamientos para cambios tecnológicos.

Actualmente los principales problemas de la industria minera con el ambiente y la salud humana, están perfectamente identificados: existe pérdida de suelo, pérdida de cobertura vegetal, erosión, sedimentación, un alto consumo y contaminación de agua, polución y degradación ambiental.

Data de 500 años

Tenemos un país con actividad minera de 500 años, y a nosotros que nos ha tocado ir a identificar daños, es casi imposible distinguir un derrame de otro que fue en otro tiempo, o un jal, de uno y otro tiempo, se van encimando, están unos sobre otros, capa por capa. Aunque en otros casos son muy claras las responsabilidades.

La especialista señaló que ya no se trata de repartir culpas, sino de admitir que ha sido una actividad que ha tenido un impacto en la tierra y en la economía, sino de saber hasta dónde van los productos finales, y hacer una restauración ecológica del territorio afectado por la industria minera.