res décadas de combate a la pobreza, con la supuesta inversión de miles y miles de millones de pesos del erario para erradicarla, arrojan un resultado contundente: cada día hay más pobres en nuestro país, y de no modificarse sustancialmente la política social las nuevas generaciones de mexicanos tendrán la misma condena que sus padres y abuelos: más pobreza.

Días atrás el Coneval divulgó su informe Diez años de medición de la pobreza en México, avances y retos en política social (2008-2018), en el que asegura que al cierre del último año 52.4 millones de mexicanos se encontraban en tal condición (aunque si se mide por carencia de ingreso el volumen crece a más de 61 millones), una proporción verdaderamente espeluznante.

Sin embargo, el Consejo de Evaluación del Desarrollo Social de la Ciudad de México (Evalúa) advierte que el Coneval subestima, de forma por demás preocupante, la pobreza en el país, pues las personas en pobreza extrema no suman 9.3 millones, sino 44 millones y el total de depauperados no es de 52 millones, sino de 90 millones.

Como se constata, resulta abismal la diferencia entre una y otra medición, pero el hecho contundente es que cada día más mexicanos sobreviven en pobreza, con todo y que, oficialmente, de 2008 a 2018 se destinaron recursos públicos superiores a un billón de pesos para… combatir la pobreza (como en el caso de la estafa maestra), de acuerdo con los datos presupuestales del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, de cuyo análisis se toman los siguientes pasajes.

En la agenda urgente del país sobresale un punto que da cuenta de debilidad de México, tanto en lo económico como en lo social y político: la carencia de un proyecto de nación que permita construir una sociedad, que, respetando sus diferencias, trabaje en la conformación de un futuro incluyente, que genere oportunidades y bienestar para todos. En donde el bien de un segmento de la población no se encuentre en función de la marginación de otros.

En México el paradigma del libre comercio se convirtió en un paradogma que desmanteló el sistema productivo nacional, con efecto negativo elevado, el cual aún rige en la parte de la lógica de la política económica aplicada: se carece de un programa de reactivación que reconozca lo delicado de la situación que se enfrenta y que tiene su raíz en la herencia de un modelo neoliberal que negó la importancia de contar con empresas privadas nacionales fuertes y grandes que contribuyeran al crecimiento y desarrollo del país.

Ante la carencia de fortaleza interna, la consecuencia fue entregarse a la lógica de la apertura económica y a los beneficios que la mano invisible generarían, algo que no ocurrió.

Coneval dice que en 2018 52.4 millones de personas eran pobres, casi 3 millones más que en 2008. Los estados de México, Veracruz, Chiapas, Puebla y Oaxaca concentraron la mayor cantidad, siendo varios de ellos, además, los causantes del incremento. Salvo Nuevo León, las entidades que concentran la mayor generación del PIB se encuentran en los 10 primeros lugares a nivel nacional por número de personas en situación de pobreza (en la CDMX creció).

Casi todos los estados que reciben la mayor cantidad de recursos para el combate a la pobreza presentaron un incremento en la marginación que implica la pobreza, al mismo tiempo que se incrementó el presupuesto federal al combate: 2008, 35 mil millones de pesos; 2013, más de 95 mil millones y 2018, 106 mil millones. En el periodo, la suma de recursos presupuestados para Desarrollo Social el billón de pesos.

¿Resultado? 61.1 millones de mexicanos con ingreso suficiente para superar la línea de pobreza, 6.4 millones más que en 2008, de tal suerte que el gasto social no es garantía para resolver las fallas del modelo económico.

Las rebanadas del pastel

La corruptocracia –jilgueros incluidos– se apresta a una cruzada en defensa de Rosario Robles, en el entendido de que proceder en tal sentido es protegerse a sí misma, porque donde se aprieta sale pus.

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